Qué alegría
encontrarme de nuevo con Deborah Kara Unger en The Way, la película
sobre el camino de Santiago que dirigió Emilio Estévez y que tuvo como
protagonista principal a su padre, Martin Sheen. Sólo conservaba dos recuerdos
de esta actriz canadiense. El primero corresponde a su actuación inmensa en The
Game, y el segundo me trae la imagen de un bar, de un mostrador y de ella
sirviendo unas copas en no recuerdo ya qué película. Creo que en esta última ya
había prorrumpido en un “¡hombre, Deborah, qué alegría verte de nuevo aunque
sea en un papel secundario!” Deborah Kara Unger pertenece a ese tipo de mujer
que, por su belleza y contundencia, siempre me atrae. Pertenecería a la saga
que encabeza Katharine Hepburn desde el pasado y Sigourney Weaver en el
presente. En The way interpreta el papel de una mujer rota, que fuma sin
parar y que pretende dejar de hacerlo en cuanto llegue a Santiago. Pero, como
ella bien dice cuando está con sus tres compañeros de ruta delante del mar en
Muxía y enciende de nuevo un cigarrillo para sorpresa de ellos, no se trataba
de eso. En un momento dado de la película, se sincera con el personaje que
interpreta Martin Sheen y le dice que su marido la maltrataba. No soportándolo
ya más, y estando en esa época de su vida embarazada, decidió abortar para que
su bebé no fuera víctima del mismo maltrato. Y añade: “A veces escucho su voz…
La de mi bebé… Sé que es una locura porque no llegó a nacer, pero me imagino
cómo habría sido su voz. Y a veces la oigo. A veces juraría que la oigo”.
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