Nadie
debiera morirse sin ver La flauta mágica, de Wolfgang Amadeus Mozart. Yo
la mal vi y la mal oí en Salamanca hace un montón de años, sentado en la más
alta de las galerías, esquinado y muy lejos del escenario, en la peor de las
posiciones. Acabe durmiéndome. Fue la primera y la última vez que asistí a una
ópera en directo. Lo que sí quedó para siempre en mi recuerdo fueron los
nombres de Papageno y Papagena, que de por sí me parecieron ya un acierto
lingüístico y sonoro genial. El pasado 20 de septiembre, la Royal Opera comenzó
su temporada operística, la presencial en el Royal Opera House de Londres y la
retransmitida en directo y que es posible ver en muchos cines del mundo. La
incomodidad primera con La flauta mágica se trocó en comodidad y gozo
absolutos cuando la vi hace unos días en Santiago. ¡Dios, qué gustazo! Es un
prodigio de genio e ingenio, de alegría porque el amor triunfa, los nobles
ideales triunfan, el bien triunfa, la belleza triunfa, porque triunfan el
hombre y la mujer amándose, Papageno y Papagena celebrando a sus papagenitos y
papagenitos en un escena antológica y donde todo es antológico, y el mal,
derrotado, va a donde le corresponde, al infierno, para que todo sea cielo en
la tierra en la que ha triunfado la alegría.
martes, 26 de septiembre de 2017
domingo, 24 de septiembre de 2017
La misa ideal
Para mí, la misa ideal sería la que reuniese estas condiciones:
1. Un sacerdote -in persona Christi, in persona Ecclesiae- de voz suave, clara y sólida.
1. Un sacerdote -in persona Christi, in persona Ecclesiae- de voz suave, clara y sólida.
2. Una homilía breve, sabia y alentadora.
3. Una presencia y un ritmo litúrgicos dramáticos, es decir, bellos.
4. Un silencio: no se canta ni se escucha ningún tipo de música.
5. Un solo gesto de paz, o dos como mucho: se da la paz únicamente a los que tenemos a nuestro lado, no a todos los que están a nuestro alrededor (algunos van incluso más allá de este inmediato alrededor; si se les dejara saludarían a todos y a todas).
6. Y un final hermoso: marcharse, de verdad, en paz.
viernes, 22 de septiembre de 2017
Nabucco
No recordaba
quién era Nabucco en los primeros instantes de la retransmisión de la ópera de
Verdi en una de las grandes pantallas de los cines Cinesa, en Santiago de
Compostela, pero no tardé nada en saberlo una vez que fue nombrado: era, claro,
Nabuccodonosor. El gran tema de esta ópera es la conversión del rey babilonio a
la fe judaica, algo que no sabía, y uno de los momentos cumbres, el
archiconocido “Va pensiero”, al verlo y escucharlo con subtítulos y en el
contexto de la obra cobró entonces toda su grandeza: el pueblo judío,
desterrado en Babilonia, llora su destierro y añora su patria. En el fondo, los
escenógrafos habían colocado unas tiras verticales que cubrían de arriba abajo todo
el escenario. Yo vi en ellas la representación de cinco realidades: las
lágrimas de los judíos, las ramas de los sauces, las cuerdas de las cítaras, las
corrientes del río Éufrates y las aguas del río Jordán. Entonces, comprendido
en su totalidad, el famoso fragmento me pareció la cumbre de la conmoción y la
belleza. En una sala de cine, además, los que en ella estamos podemos ver
primerísimos planos de los rostros de los cantantes-actores, algo que no está
al alcance de los físicamente presentes en el teatro y que yo no cambiaría ni
de coña por una localidad en el patio de butacas. Tener tal imagen al alcance
de la mano es casi un milagro.
miércoles, 20 de septiembre de 2017
Un afloja para un tira
El deseo de
perfección exige la aceptación de la imperfección. No sobreviviríamos a un tira
sin echar mano de un afloja.
lunes, 18 de septiembre de 2017
Un hombre cualquiera
Uno de los
grandes atractivos del papa Francisco es ser como Jesús, “un hombre cualquiera”
(Filipenses 2, 7).
sábado, 16 de septiembre de 2017
El camino eximio
Al homosexual cristiano le queda el camino eximio de abrazar y besar el Cuerpo de
Cristo.
jueves, 14 de septiembre de 2017
Jean Guitton y el Maligno
Cuando en "Mejor contra Alguien" afirmaba yo que se lucha mejor contra un Malo que contra el
Mal, una comentadora se mostró de acuerdo conmigo al preferir, frente al “más
líbranos del mal”, el “sed libera nos a malo” del Padrenuestro latino. Le contesté que el filósofo francés Jean Guitton opinaba lo mismo. Lo
dice en su libro Retrato de Marta Robin:
“Él, este Él, ¿quién es? Se comprende que yo pensara en ése que el Evangelio
en el Pater llama 'el Maligno'. Hemos
preferido traducir por 'líbranos del mal' lo que debiera traducirse por 'líbranos del Maligno'.
Y los exégetas que son tan susceptibles de exactitud en la traducción del Gloria […], han rebajado al Maligno para
reducirlo al mal (todas las cursivas son del autor)”.
sábado, 2 de septiembre de 2017
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