miércoles, 29 de marzo de 2017

Maravilloso Marvel

Luke Cage está bien, pero no tan bien como sus hermanas Daredevil, de la que se emitieron ya dos temporadas, y Jessica Jones. Estas tres series de Netflix, junto con la que acaban de colgar, Iron Fist, son las dedicadas a los cuatro superhéroes marvelianos que, juntos, serán The Defenders, en proceso de filmación, y en la que la supervillana será mi amada Sigourney Weaver.
A los que, de niños, nos entusiasmaban los cómics de superhéroes de la factoría Marvel: Supermán, Batman, Daredevil (mi preferido: un abogado ciego con todo el resto de sus sentidos superdesarrollados), Spiderman, los Cuatro Fantásticos, Hulk, el Capitán América…, vemos con felicidad como, en los últimos años, el cine los traslada a la pantalla con resultados generalmente buenos, muy buenos y a veces hasta geniales. En la medida que un superhéroe es un hombre que tiene un poder especial, en esa misma medida se convierte en símbolo de plenitud, y más si es un superhéroe bueno, porque también los hay malos. Y allí donde hay plenitud, es decir, superación de los límites terrenos como punta de lanza hacia la gloria celeste, allí estoy yo hambriento, sediento, y todo lo que haga falta.
Los flancos débiles de Luke Cage son los de un guión no suficientemente trabajado en algunos momentos -que Luke, tras ser tiroteado por su hermanastro y enemigo, Willis Stryker, tenga justo detrás un camión de la basura en el que caerse como un colchón y que lo aleja de un segundo y mortal disparo es, mira tú que suerte, una solución demasiado fácil. Uno de sus aciertos es la banda sonora, sobre todo unos compases que en determinados momentos le dan un aire setentero y de spaghetti-western, muy de cómic, que lo aleja de innecesarias tenebrosidades. Pero es que además, en el Paradise Club, lugar donde transcurre gran parte de la historia, la música negra del Harlem suena estupendamente.

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