sábado, 25 de marzo de 2017

Intemperie

Cuando hablaron en un telediario nocturno de la 1 de TVE de la segunda novela de Jesús Carrasco, tuve entonces noticia de la primera, Intemperie, que lo había lanzado a la fama en el mercado editorial hispanoamericano. Me informé sobre ella y la descargué en mi kindle desde Amazon. Me costó entrar en ella, pero cuando llevaba leído un tercio me agarró por el cuello y ya no me soltó hasta el final. Ocurrió justamente cuando los dos protagonistas, el niño y el cabrero, se encuentran. La intemperie a la que alude el título es cuádruple: la de España, asolada por la Guerra Civil, que es el paisaje histórico de fondo; la del paisaje físico, una Castilla desértica y calcinada que uno siente como si estuviera oliéndola y pisándola; y la del niño, que huye del guardia civil que lo viola sin que su padre, que es quien se lo entrega, haga nada por evitarlo; y la del anciano cabrero, el hombre de una España rural y olvidada, pero que ha sabido sin embargo hacerse fuerte en ella y llegar a ser un viejo fornido y experimentado, que sabe defenderse y que protegerá al niño hasta el final. A éste le pedirá que, si muere, lo entierre en una tumba lo suficientemente honda como para que no lo descubran los perros y que ponga sobre ella una cruz. ¿Tenemos aquí una influencia de Los violentos lo arrebatan, la gran novela de Flannery O'Connor, en la que el adolescente Tarwater transita a lo largo de ella con la encomienda de enterrar a su tío abuelo bajo el signo de la cruz, o se trata de una mera coincidencia? Yo así se lo indiqué a Ángel Ruiz, nuestro experto en Flannery, pero creo que no pudo con la novela.
En Intemperie se fusionan varios géneros: el western, la novela de terror, la de suspense y quizá también la de iniciación, pues el niño, bajo el amparo y la tutela del cabrero, comienza a aprender lo que es la lucha por la vida, una lucha en su caso terrible, pues tiene que escapar de las garras de un depredador sexual.

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