Me resulta desolador comprobar cómo,
a pasos agigantados, Europa se convierte cada vez más en un inmenso geriátrico.
Esta pirámide poblacional a la inversa forzosamente ha de caer hacia un lado o
hacia otro. Me gustaría que hordas de infantes, niños, adolescentes y jóvenes
de toda raza y condición nos invadieran pacíficamente de modo que la base de
nuestra peligrosa pirámide invertida fuese engordando cada vez más por abajo
hasta que la parte de arriba quedase de nuevo bien sostenida. O, ya a la
desesperada, que tras deliberación y propuesta del Parlamento Europeo, la
Comisión Europa alquilase millones de vientres de mujeres necesitadas para que
gestasen y pariesen los niños que el Viejo Continente precisa para que dejase
de ser precisamente eso, un viejo continente...
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