No en último lugar les diría que se hiciesen con
unas reservas de alegría para todo tiempo, fuese como fuese este tiempo, aunque
fuese el peor, e incluso con más razón para este, porque la aflicción del mundo
no podía imponerse hasta tal punto que les fuese arrancado de raíz el gozo de
la existencia. El mejor servidor tenía que ser siempre un servidor alegre,
también en medio de la peor de las miserias, porque si no fuese así, ¿de qué
clase sería la esperanza que les podrían entregar a los desahuciados con los
que se encontrasen en su camino? Les ofrecía la alegría no como un blindaje
frente al mundo sino como un salvoconducto para no caer desfallecido bajo el
asalto de sus injusticias y tristezas. Solo con ella en lo más hondo de su
corazones serían capaces de ofrecer refugio a quien lo necesitase de veras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario