Julieta,
de Almodóvar, me ha decepcionado profundamente. De tan estética resulta
estática, sin nervio ni pasión. Su contención, lejos de concederle sutilidad le
resta verosimilitud, cosa que también le ocurre a la historia en alguno de sus
ramales, por ejemplo el de Antía, la hija de Julieta. Su huida y posterior
reaparición doce años después resulta inverosímil. Es un personaje mal trazado
y peor resuelto. Y con Adriana Ugarte y Emma Suárez no alcanza el director
manchego lo que normalmente logra con sus actrices, la excelencia. Adriana
Ugarte solo llega a ser algo más que un maniquí y Emma Suárez no tiene toda la
profundidad que debiera. Más que crear parece que fabrican el personaje de
Julieta. Pero el problema no es de ellas sino del guión y la dirección. Rossy
de Palma, a la que nos gusta que haga siempre de sí misma, resulta irritante
haciendo aquí de sí misma. Este personaje hubiese requerido una actriz menos
cómica. Es una película que desde el principio va con demasiado freno y mucha
estética, y así no hay manera de que funcione. Una pena, y ya van dos seguidas,
después de Los amantes pasajeros.
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