Jane Fonda está grandiosa en la igualmente
grandiosa La juventud, de Paolo
Sorrentino. Su actuación solo ocupa cinco minutos en el metraje de la película pero
ella consigue que parezcan muchos más. A mí siempre me pareció una actriz
enorme. Ahí están, para demostrarlo, Los
felinos (1964), La jauría humana (1966), Descalzos en el parque (1967), Danzad, danzad, malditos (1969), Klute (1971), El regreso (1978) y Cartas a
Iris (1989), entre otras. Cuando en su momento se dijo que Jane Fonda había
comprado los derechos para hacer un remake de Mujeres al borde de un ataque de nervios en la que ella haría el
papel que Carmen Maura había hecho en la película de Almodóvar, cada vez que mi
admirado y recordado crítico Ángel Fernández-Santos le negaba a la actriz
norteamericana cualquier posibilidad de llegar siquiera a la suela de los
zapatos de la actuación de la actriz española, yo me irritaba. “A Jane ni tocarla,
¿vale?”, le decía en mi interior. Nunca sabremos qué habría dado de sí la
performance de Jane Fonda en ese remake nunca realizado, pero nadie la sacará
del Olimpo en el que residen las mejores actrices de todos los tiempos. Y de
las más bellas, ojo.
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