El gato estaba sobre el
tejado que cubre el gallinero y la gata, abajo, entre unas coles. Llegado el
momento se vieron y ya no dejaron de mirarse el uno al otro. El gato,
finalmente, tras un salto mal ejecutado, casi cayó encima de la gata. Entonces
comenzó el gato la conquista de la gata en celo. Se lanzó sobre su cuello y lo
prendió, lo agarró, lo mordió, ¿lo besó? La gata, sometida, permaneció inmóvil.
El gato la soltó y pegó un brinco hacia atrás. Hubo después una nueva acometida
y otra vez prendió con sus dientes el cuello de la gata. Esto mismo ocurrió dos
o tres veces más. En este punto la gata ya ofrecía su “entrada” al gato pero
hete aquí que apareció un rival que puso en estampida a los dos. El amor no se
consumó.
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