Desde el segundo uno del
primer capítulo de la primera temporada de Mad
Men, su protagonista, Don Draper me pareció un hombre triste y débil.
¿Buscaban este efecto los creadores de la serie, que advirtiéramos desde el
primer instante, debajo (¿o más bien “junto, mezclada con”?) de su apostura y
fortaleza, su tristeza y su debilidad? De ser así, en las labores de casting,
al aparecer el actor Jon Hamm, más en concreto, al aparecer la mirada de Jon Hamm, los responsables
dijeron: “Este es nuestro hombre”, el hombre que cae, que siempre está cayendo,
como vemos en los magníficos títulos de crédito. Verlo y verlo asustado,
medroso, es todo uno. Está ahí, en sus ojos, ese increíble misterio.
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