Los conocimientos, si se acumulan y no se
disuelven o integran en el flujo vital, ocupan un lugar: en este caso, el
saber, fastidiosamente, sí ocupa un lugar. Mi naturaleza es más de índole
contemplativa que cognoscitiva y es por esto que rechazo últimamente todo afán
de saber que, por más que otorgue conocimientos, no aumente la capacidad
contemplativa. Me da grima pensar en saber cosas por el mero hecho de “solo
saber cosas”. Me niego a ello. Necesito respirarlas, saberlas “sin afán” de
querer saberlas, como quien se agacha a coger una flor mientras va de camino a
ningún lugar o a todos los lugares. La necesidad de “desconocer” es decir
rotundamente no a toda ansia devoradora en el orden del conocimiento. Ansias
sí, pero de otro orden, deseos más bien, siempre de la mano del más profundo
sosiego.
viernes, 29 de mayo de 2015
miércoles, 27 de mayo de 2015
Desde cero para quedar en cero
¿Cómo leer sin esperar del libro más que su
humilde compañía durante unas horas, días o semanas de nuestra vida, el cual a
su vez espera contar con la compañía de un lector que nada quiera “saber”, nada
quiera “conocer”, nada quiera “registrar”, nada quiere “almacenar”, que solo
quiera estar a su lado, viviendo juntos, respirando juntos, mano con mano de
camino a ningún lugar o a todos los lugares? ¿Hay una manera de ser lector que
ha muerto en mí y hay otra, más humilde, menos avariciosa, menos codiciosa,
menos lujuriosa, menos soberbia, menos golosa, que quiere nacer? Ojalá, porque
yo ya no quiero leer para “saber” ni para decir que he leído, sino para vivir,
con perfecta “inutilidad” y sin ningún tipo de ambición. Leer desde cero para
quedar en cero, y siempre así.
lunes, 18 de mayo de 2015
Hic et nunc
Ajustarme al hic et nunc es la ciencia exacta que busco todos los días.
El aquí y el ahora,
todo lo demás a la porra,
es mi jaculatoria.
Los versos no son sublimes, lo sé, pero son mi meta y mi defensa.
viernes, 15 de mayo de 2015
jueves, 14 de mayo de 2015
Mis ojos
Les pido a mis ojos que salten a la realidad y me la traigan toda, ahora que soy todavía más adentradizo.
Gracias a las inspiraciones y expiraciones, todo el día y todos los días, vivo.
martes, 12 de mayo de 2015
El maestro hortelano
Luis, mi hermano mayor, es el maestro
hortelano de nuestra casa. Tomó el relevo de nuestra madre y la contenta con
una huerta a la que, valga la redundancia, siempre contenta. Es infatigable y
cuida las hortalizas y árboles con auténtico mimo y creo que con bastante
acierto. Aquí remueve tierra y allí la saca, hace aquí un surco y aplana allí,
planta y trasplanta, poda, esterca, abona, rodriga, cubre, alambra, acompañado
por un movimiento del hombro que es su tic de toda la vida, casi chaplinesco. A
veces es un poco termineitor y arranca alguna flor que él cree que estorba su
labor pero que estaba allí porque nuestra madre quería que estuviese allí, con
lo cual se gana la consiguiente reprimenda. Ahora, más le conviene, pregunta
antes. Sobre “su” materia considera que los demás no tenemos ni idea, lo que en
mi caso es totalmente cierto, y con cierto refunfuño y bronca, el de una
persona tímida, a más de uno de mis hermanos y de una de mis hermanas se lo ha
recordado. Nosotros, que ya lo conocemos, nos (son)reímos. En cualquier caso,
ciertamente, es él el maestro hortelano.
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