Al oír en el telediario el
nombre de Pío Baroja, que informaba sobre su novela inédita, Los caprichos de la suerte, mi madre
comenzó a decir algo sobre él. “Espera un momento, mamá, que quiero escuchar la
noticia”. Al terminar la información, le pedí que siguiera con lo que estaba diciendo,
que fue lo que sigue: “Baroja va sus zuecos arrastrando y su carrito guiando,
tirado por un borrico. ‘¿Habrá otro, entre sí decía, más pobre y triste que
yo?’ Mas cuando el rostro volvió, vio que otro pobre iba cogiendo las migas que
el arrojó”. “¡Anda, mamá!, ¿y esto?” “Lo aprendimos en la escuela, de niños”.
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