No deja de ser un triunfo dar con la
expresión que denomina con exactitud lo que antes quedaba solo confusamente
señalado. Yo, por ejemplo, cuando tuve que aclarar por qué no iba a las comidas
y cenas del instituto pude finalmente un día apelar a que “mi grado de
sociabilidad” era el que era, intermedio tirando hacia bajo. Con este “grado de
sociabilidad” me vi ya con soltura para dejar sentado mi perfil sin ulteriores
explicaciones, que nadie te pedía por otro lado. Me valió, sobre todo, para
conocerme mejor a mí mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario