martes, 1 de septiembre de 2015

Las pasiones de la carne

“Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, discordia, envidia, cólera, ambiciones, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen estas cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5, 19-21). No sé cuántos tremebundos predicadores pretéritos habrán tenido en cuenta que, “las obras”, es decir, “las pasiones de la carne”, además de las que él y los que los escuchaban tenían en mente, entiéndase: “fornicación”, “impureza”, “orgías”, eran también todas las otras, a saber: “libertinaje”, “idolatría”, “hechicería”, “enemistades”, “discordia”, “envidia”, “cólera”, “ambiciones”, “divisiones”, “disensiones”, “rivalidades” y “borracheras”. El término español “carne” es la traducción del griego “sarx (σαρξ)”, que tiene un significado mucho más amplio que aquel. “La voz sarx (carne) significa ante todo (...) la naturaleza humana, el hombre en su condición nativa, la esfera de lo constitutivamente débil y caducable (...). Pablo va a imprimir al vocablo un sesgo peculiar que acentúa la idea de debilidad inherente a la ‘carne’ (...), flexionándola hacia la idea de debilidad moral; el hombre en cuanto carne es el ser proclive al pecado o emplazado en su esfera de influencia” (Juan Luis Ruiz de la Peña, Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental). ¿Cómo devino la sarx griega, hombre humano-débil-pecador, de tan amplio significado, carne española, solo hombre con malos deseos sexuales, de tan reducido significado? Así pues no solo la “lujuria” sino también el resto de los pecados capitales: “gula”, “avaricia/codicia”, “pereza”, “ira”, “envidia” y “soberbia/orgullo” son “pasiones de la sarx, de la carne”.

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