lunes, 7 de septiembre de 2015

De cine, sexo y madre

Durante el verano, bajo con mi pendrive a eso de las diez para ver una película en la sala. Mi madre dormita o lee todavía un rato antes de irse a la cama. Digamos que podemos estar juntos unos diez o quince minutos. Yo cruzo siempre los dedos esperando que no haya ninguna escena que vaya más allá de un beso en los minutos iniciales de la película para que mi madre no se me alborote y me suelte un “¡que obscenidades!”, porque además tengo la puñetera mala suerte de que, justo cuando aparecen las escenitas de marras, mi madre va y se despierta. Hace unos días me puse a ver la película de Abel Ferrara sobre Pasolini, titulada precisamente Pasolini. Al comienzo, ¡ay!, el director italiano aparece revisando Saló o los 120 días de Sodoma para dejarla lista para su estreno. Y entonces se ve lo que se ve y yo pego un respingo, sudo, me pongo tenso y... compruebo que mi madre no dice nada. “No me lo puedo creer. Claro, como ahora ve peor, a lo mejor no llega a distinguir lo que se muestra en una tele dentro de otra tele. Pero, por favor, por favor, qué pasen pronto estas imágenes” Y, ¡uff!, pasaron. ¿Qué había ocurrido? Que, por suerte, esta vez mi madre no se despertó. Unos días después, revisando los extraordinarios Decálogos del católico director polaco Krzysztof Kieslowski, le llegó el turno al dedicado al sexto mandamiento: “No cometerás adulterio”. A determinada altura de la película, la protagonista recibe en su casa a uno de sus amantes que, nada más entrar, la abraza, mete su mano entre la braga y la nalga y... “¡qué obscenidades!”, al que mi madre añadirá otro cuando un poco después estén los dos en la cama. ¡Todo muy poquita cosa, casi pura castidad, vaya, en relación con lo que hoy se ve en los cines! A mi madre ya intenté explicarle en más de una ocasión que, por necesidades del guión, en atención a la verosimilitud de la historia, a lo ella quiere contar, etc., a veces es preciso mostrar escenas sexuales sin que en el ánimo del director obre ningún impulso impúdico. Como si nada. En este tema mi madre está chapada a la antigua y aunque se lo explicara el mismo papa no lo entendería ni lo aceptaría. Cuando finalmente se levanta del sofá y se va a la cama yo respiro tranquilo, me repantingo y disfruto del resto de la película.

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