jueves, 13 de agosto de 2015

La nube del no-saber

A principios de este año comenzó a resultarme vomitiva la imagen del lector como un devorador de libros. Yo mismo me daba náuseas en la medida en que fui este tipo de lector; estaba claro que ya no quería seguir siéndolo. Me invadió la “nube del no-saber” y, en ella instalado, supe que no quería devorar sino leer; buscaba otro ritmo, pausas, una nueva cadencia. No estoy seguro de que vaya a lograrlo porque tampoco sé exactamente lo que busco. Bueno, sí lo sé, la compañía que presta un libro, más profunda en unos casos, menos en otras, y las compañías, las amistades en definitiva, no se devoran sino que se paladean. Solo lentamente se hace una buena ingestión, solo lentamente se conversa, solo lentamente se vive.

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