¿Cómo leer sin esperar del libro más que su
humilde compañía durante unas horas, días o semanas de nuestra vida, el cual a
su vez espera contar con la compañía de un lector que nada quiera “saber”, nada
quiera “conocer”, nada quiera “registrar”, nada quiere “almacenar”, que solo
quiera estar a su lado, viviendo juntos, respirando juntos, mano con mano de
camino a ningún lugar o a todos los lugares? ¿Hay una manera de ser lector que
ha muerto en mí y hay otra, más humilde, menos avariciosa, menos codiciosa,
menos lujuriosa, menos soberbia, menos golosa, que quiere nacer? Ojalá, porque
yo ya no quiero leer para “saber” ni para decir que he leído, sino para vivir,
con perfecta “inutilidad” y sin ningún tipo de ambición. Leer desde cero para
quedar en cero, y siempre así.
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