El optimista incorregible que nunca ve la
parte vacía del vaso se equivoca: debiera corregirse. El pesimista incorregible
que nunca ve la parte llena del vaso se equivoca: debiera corregirse. El
primero pronuncia un presuntuoso “¡ya está!” y se cruza de brazos; el segundo
pronuncia un desesperado “¡nunca nada!” y se cruza de brazos. Puesto que
tenemos dos ojos seamos realistas y veamos las dos partes del vaso, la llena y
la vacía: ya hemos conseguido mucho, y por eso no desesperamos; nos falta mucho
por conseguir, y por eso seguimos luchando.
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