El invierno es felizmente contradictorio. La
estación de los fríos, los hielos, las lluvias y las nieves es también la que
ve crecer el poder del sol, la duración de la luz: desde su inicio, el invierno
porta en sí la semilla que lo destruirá. Es por eso la estación más
traslaticia, la menos independiente, la más alejada de sí misma. Ojalá que
todos los inviernos de nuestra vida sean así.
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