¿Se retira la realidad, se retiran las
palabras, se retiran los ojos, cuando uno se queda seco y huero? A uno le
siguen pasando cosas, las normales de cada día, pero, de repente, ninguna pide
ser nombrada, imaginada, como si de ellas se hubiese ausentado la sustancia que
habían tenido hasta hace bien poco. Nada te solicita ni sabes tú ser su mentor.
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