Quiero estar totalmente concentrado, tener
siempre una conciencia completa e impedir que nada altere el sosiego de mi
espíritu. En realidad quiero gozar ya de un cuerpo glorioso, donde el control y
la espontaneidad coincidan y hablar sea lo mismo que callar. Incluso en
momentos en los que se está razonablemente bien, es una pequeña cruz no vivir
ya en el paraíso, y el cuerpo gime con dolores de parto mientras espera su
resurrección.
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