viernes, 7 de noviembre de 2014

Un kiwi mesiánico

Al kiwi lo bendice este año una abundancia mesiánica: decenas y decenas de kiwis cuelgan de sus ramas, estorbándose unos a otros de tantos que son. Por eso, no habiendo espacio suficiente para que todos hubiesen alcanzado un tamaño medio, los hay muy chiquitos, no mucho más grandes que una cereza, y todos componen una especie de enjambre disperso y un tanto amenazante: si se cayeran a un tiempo mal librado quedaría al que pillasen debajo. Noviembre es el mes de su recolecta y mi hermano Luis, que es el maestro hortelano, se encargará de ella. Si me tocase a mí hacerla, de entrada me entraría un gran desaliento porque me parecería estar ante una tarea que nunca tendría fin.

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