martes, 4 de noviembre de 2014

Del dicho al hecho

Otra buena parábola que oye mi madre de labios de un sacerdote saletino, angoleño, Alfonso por más señas, en una homilía: “Había un rey muy bueno que enfermó del corazón: sólo seguiría viviendo si le trasplantaban uno nuevo. Cuando estaba en la entrada del hospital, una multitud de súbditos se había congregado allí y gritaba: ‘¡mi rey, yo te daré mi corazón!’. Entonces el buen rey les dijo: ‘Está bien, queridos amigos, lo acepto. Pero, ¿quién será el que me haga tan maravilloso don? Lo haremos así ¿Veis está pluma? La dejaré volar, y aquél sobre el que caiga será el señalado para que me regale su corazón’ Entonces el rey soltó la pluma y vio como sus buenos súbditos, cuando veían que iba a caer sobre ellos, la alejaban con sus soplidos pues ninguno quería ser el elegido”.
El corazón, tantas veces, está pronto para ofrecerse pero se aleja en el momento en que realmente tiene que darlo, pero también hay quien primero dice no y después sí: “Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero”.

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