jueves, 9 de octubre de 2014

Otra vida

Me pregunto hasta qué punto se arrepiente hoy de haberse quedado en la casa paterna, atendiendo, junto con su hermana menor, el negocio familiar, una mezcla de restaurante y taberna. Estando además encima de éste sus viviendas -la suya, la de su hermana, la de su madre y la de otro hermano-, ni siquiera goza del respiro que le daría tener su casa aparte, un refugio independiente lejos de los figones. Tengo la impresión de que es la suya una vida venida a menos: otro debiera haber sido su lugar, su trabajo, con una vida distinta y mejor. Hace algunos años realizó con una amiga un viaje de quince días a Tierra Santa. Después comentó que fueron los más felices de su vida. En otra ocasión le dijo a mi madre con respecto a su trabajo: “Si sei que isto ía ser así non me pillaban aquí, non o”. Son comentarios que pueden no significar nada pero puede que también signifiquen mucho: me inclino por lo segundo. ¿Qué queda en ella de la que fue compañera mía de promoción en BUP y COU, una chica de notables que bien pudiera haber cursado una carrera universitaria o preparado alguna oposición? Aquel lustre de los años mozos y cultivados lo perdió: se ha embrutecido. A veces, cuando llego del trabajo y la veo delante de su casa, apoyada en la pared y tomando el sol, adivino en ella una quejumbre por la vida que tiene, una nostalgia de la que no tiene.

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