Ya no es consciente de los “¡ay!” que pronuncia cada vez que
tiene que doblar las rodillas. Acusan el trabajo de haber sostenido un cuerpo
alto y fuerte durante más de setenta años. Ahora tiene setenta y cuatro. Cuando
nos vimos en Madrid el pasado 6 de octubre observé con asombro cuanto había
disminuido la velocidad de su paso: andaba como un ancianito. Por lo demás,
está perfectamente, siendo él tan él. Un amigo le dijo en una ocasión: “De
mayor, serás objeto de peregrinación” “¿Y por qué te dijo eso?” “Por lo rarito
que soy”. En lo que va de año lleva escritas unas ciento cincuenta páginas
sobre El Dios que hay. “Tan embebido
me tiene que durante el verano no he leído nada”. Mientras caminábamos hacia
San Dámaso, junto con ¿Inés?, una monja muy joven que había sido alumna suya,
nos dijo, burlón: “No sé cómo no os planto y me vuelvo a casa para encerrarme
con El Dios que hay”. Me había
explicado meses atrás porque prefería hablar del “Dios que hay” y no del “Dios
que es”.
Alfonso, mi amigo Alfonso, con el ¡ay! y El Dios que hay.viernes, 31 de octubre de 2014
jueves, 30 de octubre de 2014
Ser cuerpo y más que cuerpo
Nuevos gozos con otra actuación de un grupo
de danza contemporánea en el Teatro Principal de Santiago. ¡Qué bien me lo paso
viendo los movimientos de los bailarines! No es asunto menor lo que el varón y
la mujer consiguen cuando danzan llevando al límite las posibilidades de su
cuerpo. Es una alta empresa del espíritu artístico, que consigue en este caso que
el cuerpo alcance una plenitud de forma y expresión que se iguala con los
mejores logros de otras artes. Desde los dedos de los pies hasta los dedos de
las manos y la superficie craneal de la cabeza, el cuerpo ejecuta movimientos
que, siguiendo el ritmo de la música, llevan un membrete que dice: “Belleza”. Tras
muchas horas de entrenamiento y ensayo, el cuerpo es leve, es grave, es fuerte,
es elástico, se tensa, se encoge, se desploma, se catapulta, salta, cae, rueda,
se para. El cuerpo que se somete al
ritmo y la disciplina de la ley de la armonía se libera en cierto modo de la ley de sus límites. En la danza, siendo profundamente cuerpo éste
consigue ser más que cuerpo. El
placer es infinito.
miércoles, 29 de octubre de 2014
El giro
A los que por gusto, por necesidad o por
perro salimos a caminar un rato todos los días no nos arredra la lluvia. Poco
contratiempo es ella cuando se pertrecha uno con impermeable, botas y paraguas;
tampoco el frío nos detiene, pues para eso están los gorros, las bufandas, los
abrigos, los guantes. Sólo la combinación de viento y lluvia es imbatible, y
entonces sí, nos quedamos en casa los caminantes. Somos siempre los mismos, nos
cruzamos todos los días, nos saludamos todos los días, en nuestros itinerarios
fijos. Yo camino sólo media hora, quince minutos hasta un determinado punto y
quince de regreso desde este punto: este no es otro que allí donde se cumple exactamente
un cuarto de hora de andadura. Supongo que los que me ven darme la vuelta en
sitio tan indeterminado se quedarán extrañados, porque me giro con decisión de
180 grados donde no parece que haya ningún motivo para hacerlo.
martes, 28 de octubre de 2014
Cositas y cosititas
La
tranquilidad de mi mente es para mí asunto prioritario. Después del “día
infausto” se me arremolinó toda y me puse a la tarea de recuperar lo que había
perdido. Es muy difícil describir este remolino: mi perfeccionismo tonto, un
perfeccionismo ya especializado porque se ensaña con unas parcelas de mi vida,
y sólo con ellas, a Dios gracias, repasa frases y escenas de mi más inmediato
pasado para hacerme ver que esto, y eso y aquello pudo ser dicho de otra
manera, realizado de otra manera. Hay que decir, y he aquí la enjundia del
asunto, que “esto, y eso y aquello” son nimias nimiedades, cositas y cosititas.
Yo lucho ahora porque mi mente no repase nada y envuelva los “inmediatos
pasados” con papel de celofán y los tire al olvido. Algo voy consiguiendo,
creo. El corazón al menos se mantuvo tranquilo, lo que es mucho.
lunes, 27 de octubre de 2014
sábado, 25 de octubre de 2014
viernes, 24 de octubre de 2014
El mejunje
Coja un poco de perfeccionismo, un poco de
escrupulosidad y un poco de maticismo, agítelo bien y tómeselo. Le cabeza le
dará vueltas, le temblarán las sienes, le faltará el aliento: gozará usted de
espléndidos días.
jueves, 23 de octubre de 2014
Espumarajos
Ya le valió al uno decir “¡San Francisco
Franco!”, con exaltación nerviosa, y al otro escribir “MAS (Más Asqueroso
que Satanás)”. Sí, ya les vale. Al primero se le puede perdonar ese
franquismo cerril que no puede evitar ver en el Caudillo al sagrado custodio de
las verdades de la patria hispana, de la gran fe de los españoles, etc. Pertenece
a una generación que ve las cosas así y que siempre le echará un capote,
disculpándole, o directamente alabándole, a Francisco Franco. Pero el segundo,
insultar así a Artur Mas. Por favor, que discrepe lo que quiera y que lo
critique cuanto quiera, como hacemos muchos, pero que no le salgan espumarajos
por la boca: parecerá que es él el que tiene una legión de demonios dentro.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Sabrina
-Hola, señor, por favor, ¿me compra un pollo?
Yo me retraigo, a la defensiva.
-Lo siento, ahora no tengo dinero.
-Está bien, señor, sé que no debo atosigar a la gente y que
cualquier otro día me lo dará. Está bien así, señor.
Le debió venir a la cabeza la última vez que nos vimos: ella
por la acera de enfrente llamándome “señor, por favor, señor”, y yo en la mía
casi escapándome. La primera vez que la había visto, a la entrada del Eroski,
me pidió si podía comprarle un champú para lavarles el pelo a sus hijas. “Lo
tienen largo y bonito, ¿sabe?” Las llegué a conocer un día, cuando estaban las
tres en el umbral de la Iglesia. En una segunda ocasión consiguió que le diera unos
euros para comprarse un pollo.
-¿Cómo están tus hijas?
-Bien, ahora van al instituto. La mayor nos dio un buen susto
un día debido a un corte en la garganta. Pero ya está bien.
Es extranjera, tal vez gitana, aunque me inclino a pensar que
no.
-¿Cómo te llamas?
-Sabrina.
-Yo me llamo Suso.
-¿Y de dónde eres?
-De Bosnia-Herzegovina.
Está lloviendo y acerco el paraguas para cubrirla. Yo continúo
con mi batería de preguntas:
-¿Dónde vivís?
-Tenemos alquilada una habitación. Pagamos 80 euros y también
el agua.
-¿Tienes marido?
-Sí.
-¿Y tenéis trabajo?
-Lo tuvimos durante la vendimia. También nos dedicamos a
limpiar escaparates y cristaleras pero estos días no es posible porque llueve.
Mi impericia narrativa hace que parezca una entrevista lo que
fue una conversación, o eso creo. Habla muy bien el español, con un acento
cerrado. Tuvo que casarse muy joven porque yo le calculo unos treinta, o menos
incluso, y ya tiene una hija de doce años. Las gitanas se casan muy pronto y yo
me vuelvo a preguntar si lo es aunque sigue pareciéndome que no. Sabrina tiene
un rostro ovalado, de expresión dulce.
Nos despedimos. Sin duda nos volveremos a ver.
martes, 21 de octubre de 2014
De Ares a arisco
Querido Xosé: Quizá azuzado por la escrupulosidad, me pregunto si ayer fui arisco contigo. Te pido perdón por ello. Un gran abrazo.
Olaa: Estrañado quedo. Non recordo que foses arisco en ningún momento. Nin sequera imaxino que poidas ser arisco aínda querendo.Eres Ares, pero de Ares a arisco media un gran treito. Un abrazo súper.
Sabía que ías quedar estrañado. Por iso empecei falando da miña "escrupulosidade", que ás veces fai que me vexa a min mesmo como especialista en lategazos verbais. Todo e froito daquela empresa mediadora da que os falei e que me deixou confuso toda a semana, ata deixarme onte hiperestésico. En calquera caso, só por esta frase túa: “Eres Ares, pero de Ares a arisco media un gran treito”, xa pegou a pena o meu correo, e que almaceno gustosamente na miña memoria. Unha grande aperta.
Lo anterior es una correspondencia real que traigo aquí para
presumir de mi amigo Xosé, al que le sobran gracia e ingenio, por su “Eres Ares*,
pero de Ares a arisco media un gran treito”, que me ha encantado, como yo mismo
le digo en mi segundo correo.
* “Ares” es mi primer apellido.
lunes, 20 de octubre de 2014
The end
En el cine contemporáneo abundan las
películas con finales abiertos, abruptos, inesperados, paradójicos, finales que
no son realmente un “The end” a la antigua. Es como si tuvieran la intención de
dejar al espectador suspendido de una interrogación de modo que su cabeza las
continúe o las rumie, queriéndose ellas verse así prolongadas por su libertad,
o, incluso, por su confusión. La narración “cerrada”, clásica, habría dado paso
a la narración “abierta”, post-moderna; la primera se entregaría como un mundo
ya completo, la segunda como un mundo por hacer.
sábado, 18 de octubre de 2014
La corrección
Alfonso abrió la puerta y nos dejó pasar a mí y a un joven
vestido con una especie de sotana de color crema. A continuación había otra
puerta y este joven pasó y no hizo lo mismo. Alfonso lo llamó de inmediato con
voz potente:
-Oye, tú, ven, ve aquí.
El otro se da la vuelta sorprendido y parece no comprender lo
que pasa.
-Ven, acompáñame.
Alfonso lo lleva hasta la primera puerta.
-¿Recuerdas? Yo abrí esta puerta y pasasteis tú y mi amigo.
-¿Es usted sacerdote? -pregunta inesperadamente el religioso
como si sólo esta condición afease su conducta.
Alfonso continúa con su amonestación.
-Después tú no hiciste lo propio con nosotros. ¿Te parece
correcto?
-Disculpe señor, tiene usted razón, no ha sido cortés mi
comportamiento.
-Venga, hala, pasa.
Cuando el joven llega a la puerta de salida del edificio, la abre, y, con intención restitutiva, se pone a la espera de que nosotros pasemos primero pero Alfonso, ya complacido, le concede el paso a él. En un aparte y muy bajito, creo oír que me pregunta si Alfonso es sacerdote. Yo asiento con la cabeza. Parece que sigue pensando que su actitud no sería reprochable si Alfonso fuese un laico. ¡Menudo cabeza de chorlito!
viernes, 17 de octubre de 2014
La vida que me sale al paso
Hay fases de la vida escritora que se agotan
y en las que también nos agotamos nosotros. En los primeros años de este blog
abundaban las frases o párrafos breves que yo quería de una belleza cortada,
fulgurante. Llegó un momento en que comenzaron a hastiarme y la cosa murió de
muerte natural. Ahora me pide la mente narrar la vida que me sale al paso sin
grandes pretensiones, con ánimo de nada, sólo de encontrarme yo bien haciéndolo
y ya está.
jueves, 16 de octubre de 2014
Suspensión de los sentidos
Ayer he tenido un pequeño tramo de vida
inconsciente, la que correspondió a la limpieza del mesado de mármol que rodea
a la cocina de leña y sobre el que comemos. Me ha ocurrido otras veces: no me
abstraigo cuando friego la vajilla o paso la fregona sino justamente en el
momento de fregar el mármol. Es curioso. ¿Y a dónde se va uno exactamente en
esta suspensión de los sentidos provocada por el pensamiento absorto de una
idea, que ocurre también en la llamada conducción inconsciente al mando del
volante, en la que atravesamos un pueblo y después nos damos cuenta de que no
nos hemos dado cuenta, valga la redundancia, de que lo hemos atravesado? Si
fuera uno un místico pues vale, al séptimo cielo nos hemos ido, pero no
siéndolo vaya a donde vaya no se va uno ni al primero.
miércoles, 15 de octubre de 2014
Sobrellévate
“Sobrellevaos mutuamente con amor” (Efesios
4, 2), es decir, sobrellévate a ti mismo con amor, que por algo se dijo que
amarás al prójimo como a ti mismo.
martes, 14 de octubre de 2014
Las anteojeras
La imagen de las anteojeras que sólo nos
permiten ver lo que tenemos delante y no lo que está a los lados puede ser
positiva si la aplicamos a lo que es tener concentrada nuestra vida en lo que
importa sin que nada nos distraiga de ella, nada que esté “a los lados” sino
sólo “delante”. Para estar centrado en lo mío, en mi vocación, en mi travesía por
este mundo, yo necesito unas buenas anteojeras que me impidan fijarme en lo que
no merece ni un segundo de atención, en lo que no me interesa ni me importa, en
lo que me perturbaría si depositara en ello mi mente. “Lo mío, lo mío”, he de
decir alto y claro, teniendo delante el horizonte de mi ruta.
lunes, 13 de octubre de 2014
Las cantatas de Bach
Que Vivaldi venciera a Bach en mis gustos en
aquellos días en que, habiendo escuchado algo del segundo, fue mayor mi placer
cuando después escuché al primero, no me hizo olvidar las ganas almacenadas en
mí desde hace muchos años de escuchar las cantatas del compositor alemán.
Benditas sean aquellas ganas porque ahora que llevo muchos horas de audición,
siempre en el coche, no me apetece escuchar otra cosa. Navego en ellas y es posible
que llegue a escucharlas todas; siendo más de doscientas, significa que me
quedan muchas horas por delante en su compañía. No sabría decir qué siento
cuando suenan en el pequeño espacio de mi coche: ¿se convierte éste en una pequeña
catedral y soy yo un auditor que se oculta bajo las ojivas?
sábado, 11 de octubre de 2014
Oh boy
Oh boy, magnífica película del alemán
Jan Ole Gerster, cuenta el transcurso de un día en la vida de su protagonista,
un chico que ronda los veinte años de edad y que no sabe qué hacer con su
presente ni con su futuro; está desorientado, falto de referencias, anda medio
perdido. A lo largo de una jornada sumará finales desafortunados en los
encuentros que tiene con diferentes personas, empezando con el de su pareja,
con la que rompe nada más comenzar la película, siguiendo con el de su padre y
terminando con el de un anciano solitario y medio loco que lo aborda en un bar
a última hora de la noche. Uno de los aciertos de la película es que esta suma
de infortunios tenga su correlato metafórico en la imposibilidad de tomar un
café cada vez que lo intenta, bien porque le falta dinero, bien porque se ha
acabado el de una máquina automática, bien por otra serie de razones; con sus
disgustos, la vida “doméstica” refrenda los disgustos de su vida “existencial”.
¿Qué tipo de conclusión debemos extraer entonces de la imagen final de la
película, en la que nuestro protagonista, en la madrugada del día siguiente, se
toma por fin un café caliente y humeante en la cafetería en la que se
encuentra? Si cuando le fue mal le resultó imposible tomarse uno, ¿significa
que le va a ir bien ahora que ha sucedido lo contrario, es decir, que comienza
a aclararse el rompecabezas de su cabeza y de su corazón? Que cada cual decida.
viernes, 10 de octubre de 2014
El soñado crucero
He soñado en los últimos meses dos veces con qué me iba de
crucero. El último fue muy dilatado en su argumento. El barco aportó en Argel.
Bajamos el grupo que íbamos juntos y yo enseguida tomé una foto, para reñir
inmediatamente a mi amiga X por hacerla ella también, cosa que retrasaría
nuestra visita, que no era de larga duración. Estábamos en un alto y la ciudad
se divisaba a no muy larga distancia. Cuando íbamos calle abajo, un argelino se
ofreció a guiarnos pero, oh problema, hablaba en alemán, por lo que no le entendimos
ni jota. Nos condujo hasta la casa de un sacerdote español. El acceso era harto
difícil pues el ascensor era un tubo en el que sólo cabía una persona: su
entrada estaba casi pegada al suelo de la acera, por lo que había que inclinarse,
introducirse en él, salvar un codo y dejar después que una fuerza te succionara
hacia arriba. Cuando ya estábamos en la sala todos juntos para iniciar la
charla con el sacerdote, yo les hago saber a mis colegas que tenemos que
volvernos pero ya porque el barco no tardará en zarpar. Allá que nos vamos
todos corriendo, con miedo de quedar en tierra y sabiendo la reprimenda que
recibiremos de, oh sorpresa, fray Paco, nuestro guía. Ya en el barco, que tuvo
a bien esperarnos, su mirada colérica nos traspasa a todos.
La salida del puerto de Argel está llena de curvas, timón a la derecha, timón a la izquierda, y dos malecones en forma de inmensas cadenas doradas flanquean su tramo final. Cuando ya estamos en alta mar, me percato de que me robaron el bolso en la capital de Argelia. Pobre de mí. Después me veo subiendo y bajando ascensores sin que acierte nunca a llegar a donde quiero ir, cruzando salas sin fin, preguntando a todo el mundo dónde están los sitios. El final es bonito: mi habitación está encima de la cabina de los pilotos, justo en la proa, y veo como el enorme buque rompe el mar camino de un lejano horizonte.
jueves, 9 de octubre de 2014
Otra vida
Me pregunto hasta qué punto se arrepiente
hoy de haberse quedado en la casa paterna, atendiendo, junto con su hermana
menor, el negocio familiar, una mezcla de restaurante y taberna. Estando además
encima de éste sus viviendas -la suya, la de su hermana, la de su madre y la de
otro hermano-, ni siquiera goza del respiro que le daría tener su casa aparte,
un refugio independiente lejos de los figones. Tengo la impresión de que es la
suya una vida venida a menos: otro debiera haber sido su lugar, su trabajo, con
una vida distinta y mejor. Hace algunos años realizó con una amiga un viaje de
quince días a Tierra Santa. Después comentó que fueron los más felices de su
vida. En otra ocasión le dijo a mi madre con respecto a su trabajo: “Si sei que
isto ía ser así non me pillaban aquí, non o”. Son comentarios que pueden no
significar nada pero puede que también signifiquen mucho: me inclino por lo
segundo. ¿Qué queda en ella de la que fue compañera mía de promoción en BUP y
COU, una chica de notables que bien pudiera haber cursado una carrera
universitaria o preparado alguna oposición? Aquel lustre de los años mozos y
cultivados lo perdió: se ha embrutecido. A veces, cuando llego del trabajo y la
veo delante de su casa, apoyada en la pared y tomando el sol, adivino en ella
una quejumbre por la vida que tiene, una nostalgia de la que no tiene.
miércoles, 8 de octubre de 2014
Temporada otoño-invierno
Al encender la cocina de leña queda
inaugurada la temporada otoño-invierno en mi casa. Previamente habíamos llamada
a un profesional para que efectuase una limpieza en condiciones de la chimenea:
expedita quedó la ruta para que el humo encuentre su salida al aire libre. Uno,
por las mañanas, acarreará otra vez la leña que alimentará la lumbre a lo largo
del día. La cocina vuelve a ser la morada habitual de mi madre y no la sala,
que es la del verano: del sofá se traslada al banco acolchado; del televisor
grande al televisor chico. Yo, por mi parte, inauguro la temporada poniéndome
un chándal abrigosito; en cuanto al pijama, ya hace días que dejé el del verano
y uso el de entretiempo. Más adelante, cuando el frío sea mayor, vendrá el
cambio de edredón y el uso de las mantitas mientras estoy sentado en mi butaca
para escribir y leer. Muda el tiempo y nos mudamos nosotros, un año más.
martes, 7 de octubre de 2014
Releer
Aquí y allá me he encontrado a lo largo de
los años vivas invitaciones a la relectura (la última hace nada en Jules
Renard, Diario 1887-1910: “quien lee
demasiado no retiene nada. Elige a tu hombre. Relee, reléele para asimilarlo,
digerirlo”) que han estado ahí, a la espera de ser atendidas. Antes me decía,
estúpidamente, que si entregaba un nuevo tiempo a la lectura de un libro ya
leído dejaba de emplearlo en uno que nunca había leído, y puestas así las dos
cosas en una balanza el platillo se inclinaba siempre del lado del libro nuevo.
Ahora todo esto no me importa nada. Pero, ¿qué releo?, me pregunté. No lo dudé
ni un segundo: Middlemarch, de George
Eliot. Lo leí por primera vez en el mes de julio del año 2007 y me encantó.
Creo que ninguno de los libros leídos con posterioridad hasta el día de hoy me entusiasmó
tanto. Ayer, con un recuerdo muy vivo de la novela, me sumergí de nuevo en ella
y no tardó nada en llevarme otra vez hasta el séptimo cielo. ¡Qué días más
felices me esperan con Dorothea Brooke and company!
domingo, 5 de octubre de 2014
La Suma contra Gentiles
Cuando Matilde me dijo toda pancha que
estaba leyendo la Suma contra Gentiles,
de santo Tomás de Aquino, yo me quede boquiabierto. “¿Cómo, la Suma contra gentiles, en serio? “Sí.
Santo Tomas explica las cosas muy clarito”. Yo pensaba que estas cosas sólo las
leían señores muy metidos en asuntos teológicos y filosóficos, muy sesudos allá
en sus despachos, con su versión bilingüe, etc. Pues va a ser que no, lo cual
me alegra infinitamente. Además, si se está interesado en cuestiones de
religión y fe cristiana, y hay uno que te las explica con claridad y exactitud,
pudiendo ser éste santo Tomás de Aquino, ¿a santo de qué no va uno a leerlo?
Ahora estoy seguro de que habrá muchas señoras cultivadas en el mundo, como mi
amiga Matilde, que fueron amas de casa por ejemplo, que en edad tardía se
licenciaron en derecho por ejemplo, a las que siempre les gustó Beethoven por
ejemplo, que criaron cinco hijas por ejemplo, que leen la Suma contra Gentiles.
sábado, 4 de octubre de 2014
El pájaro liberado
Al sentir un ruido que ya conocía, le
comenté a mi madre: “Mamá, hay otro pájaro atrapado en la chimenea”. ¿Cómo es
que su instinto no les informa que entrar en ella significa no poder salir? A
algunos debe fallarles. Como la vez anterior, abrí el tiro de la chimenea; al
poco rato, como alma que lleva el diablo, salió disparado el pájaro de cara
hacia la ventana. Pegué un grito con el susto, porque, sin preaviso, surgió
repentinamente. La sensación de verse atrapado en un sitio angosto, casi
completamente oscuro -la luz que deja entrar la boca de la chimenea debe ser
pobrísima-, rodeado de hollín alquitranado, tiene que ser de lo más angustiosa.
¡Cuánta debió ser entonces su dicha al verse liberado! El pájaro que vuela a su aire ha sido evocado
infinidad de veces como símbolo de la libertad. Lo contrario, un pájaro que bate
desesperadamente sus alas intentando salir del lugar -¡y qué lugar en nuestro
caso!- en el que está atrapado, es imagen perfecta de la esclavitud.
miércoles, 1 de octubre de 2014
Sarandon, Rampling
Los ojos más rasgados del cine actual los
tiene Charlotte Rampling; los más abiertos, Susan Sarandon. Me encantaría
verlos frente a frente en una película. Podrían ser hermanas, o primas, o
cuñadas, o policía una y delincuente la otra, o guardia de prisión una y
prisionera la otra, o política una y periodista la otra, qué sé yo. Después,
entre ambas miradas, afilada como un cuchillo la de Rampling, abierta como un
abismo la de Sarandon, una contienda de guante blanco y despiadada al mismo
tiempo, con un inesperado final.
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