jueves, 31 de julio de 2014

Montaña y lago

¿Hay mejor combinación paisajística que la de montañas y lagos? En la Austria alpina pude comprobar hasta qué punto componen una pareja perfecta. El lago compone un hiato delicioso en medio de la bravura de las montañas: en él se amansan las primeras. A cambio el lago se sabe protegido por ellas, circuido por mil capitanes.

A mí me encantan los lagos porque son un mar a escala humana. Demasiado infinito éste, inabarcable para el ojo humano, temible siempre. El lago  en cambio, un mar en miniatura, nuestra mirada lo alcanza, y no ruge como un monstruo cuando los vientos lo embravecen.

miércoles, 30 de julio de 2014

Las siete espadas

De mil maneras Madre: salud de los enfermos, refugio de los pecadores, consoladora de los afligidos, auxilio de los cristianos... De mil sitios Virgen: de Lourdes, de Fátima, de la Saleta, de Guadalupe... Un corazón mordido por siete espadas, exprimido hasta el infinito... 

martes, 29 de julio de 2014

No casan pero se casan

Está bien que las parejas que no casan se casen: muestran al mundo, primero, que las apariencias engañan, y segundo, que la configuración es interior, donde las almas se aúnan más allá de lo que el ojo (mal)ve y la razón (mal)entiende.

lunes, 28 de julio de 2014

Piercings

A un converso la iglesia no le va a pedir que se saque los piercings ni que se borre los tatuajes, como no le pide a ninguna mujer que no se pinte los labios ni que se saque los pendientes. Andando el tiempo ya decidirá él si son o no superfluos y vanos, si estorban o no su crecimiento espiritual, si ofrece o no un aspecto de sí mismo que no se compagina con la identidad interior que lo va configurando. Uno puede decidir que sólo llevará colgada al cuello una cruz; un segundo que sólo la llevará tatuada en su antebrazo; un tercero, que tal será el piercing que se ponga en la oreja.

viernes, 25 de julio de 2014

Gustav Klimt y Egon Schiele

Ir al Museo de Historia del Arte de Viena (el Kunsthistorisches Museum) sin tener claro qué autores quería ver significaba abonarse a un vagabundeo sin control, en puro despiste, cansino. La hora además no era la más adecuada: después de comer y sin dormir la siesta. Preferí cumplir la idea previa que llevaba: ver obras de Klimt y Egon Schiele. Estaban en el museo Leopold, vecino del anterior, ambos en la plaza de María Teresa. De ambos había muy poco, si bien del segundo tiene la mayor colección en el mundo, aunque me parece que no tiene lo más importante. Lo que vi en cualquier caso me gustó mucho. Este autorretrato de Egon Schiele es deslumbrante: los pelos de las axilas, del pubis y de las piernas; el ojo rojo, las tetillas rojas, el ombligo rojo; la oscuridad marrón de la cabeza, los brazos y las antepiernas; la claridad amarilla del abdomen; las puntas huesudas, salientes; el brazo derecho escondiendo el cuello, el izquierdo yéndose tras la cabeza; el sexo impúdico que las piernas abiertas dejan al descubierto: todo compone una figura extrañísima, alucinada, que se retrae y se ofrece, un tanto monstruosa. De Klimt había unos grandes paneles, en blanco, negro y gris, pedidos por la universidad de Viena para sus facultades de Derecho, Medicina y Filosofía, impresionantes. Pero a mí lo que más me gustó fue el Estudio de la cabeza de un hombre ciego: de haber estado solo y en horas más propicias, me habría pasado un buen rato contemplándolo.

jueves, 24 de julio de 2014

Autores fronterizos

Hay autores fronterizos que, a la que se descuidan, se pasan de la raya. Simone Weil, Leon Bloy, Kierkegaard, Unamuno pertenecen a esta estirpe. De sus abismos de luz, irrenunciables, vivimos hoy, mientras que sus abismos de sombra los sorteamos aunque también aprendamos de ellos. Son autores apasionados: de aquí el vigor rutilante de sus descubrimientos, pero por ello mismo también desequilibrados: llegan a posiciones equívocas llevados por un genio sin control.

(Lo que acabo de escribir es sólo una impresión, por ello poco fiable, incluso para mí mismo, pero quería sacármela de encima escribiéndola pues lleva mucho tiempo acompañándome. Quede aquí como mero apunte, por si algo valiere).

martes, 22 de julio de 2014

Un esposo hijo

Me resultó muy simpático uno de los matrimonios del grupo con el que viajamos un amigo y yo por Austria del 13 al 20 de este mes de julio. A primera vista no pegaban nada el uno con el otro; rondaban los sesenta. Ella era ancha de caderas, de piel muy blanca, con las cejas trazadas a lápiz pues las pilosas habían desaparecido; su acento era catalán, catalán, el que usaría un humorista imitador. El tenía un flequillo canoso de senador romano, piel morena y un rostro afabilísimo. Caminando, unas veces se colgaba del abrazo ella de él y otras él de ella; esto último resulta más raro; yo al menos lo veo muy pocas veces. Entonces parecía un esposo-hijo. En realidad me lo parecía siempre. 

sábado, 12 de julio de 2014

Monstruos redivivos

Ayer tuve unos inicios de sueño pesadillescos: monstruos irreconocibles se empeñaron en no dejarme dormir y al fin tuve, cosa verdaderamente increíble, que cerrar la puerta y atrancarla con la mesita, para que no se colasen por la rendija. ¡Qué inesperada y tontorrona vuelta a los temores de la infancia! Me levanté con la cabeza zumbona y así sigo, mientras voy haciendo pie sobre el solar del mundo.

viernes, 11 de julio de 2014

Un enano

San Juan de la Cruz aborrecería que dijeran de él que fue “un gigante del espíritu”. “Más bien soy, pienso yo que diría, un enano que ama profundamente a Dios”.

jueves, 10 de julio de 2014

En Madrid un 4 de julio

Se cansa uno a veces de sus “parrafitos” y echa de menos ser un escritor mundano y divertido que se lance a escribir crónicas torrenciales sobre esto y aquello. Pero ya está mi pie muy metido en mi estribo y no me libraré de ser el tipo de escritor que soy. Si suena aquí una pequeña nota de frustración es eso, pequeña, o eso creo, porque a lo mejor es grande y está bien que lo sea si eso significa que uno investigue nuevos vericuetos y se lance por ellos. Cualquiera sabe. El caso es que envidio y admiro la crónica madrileña de mi amigo Enrique y las que está haciendo mi amigo Ángel (aquí, aquí y aquí), todas referidas a nuestro viernes 4 de julio. Yo debo destacar por encima de todo lo que para mí fue más importante: el tan ansiado encuentro analógico, con “presencia” y “figura” (que diría San Juan de la Cruz), con Enrique García-Máiquez. Viejos amigos virtuales desde hace ya algunos años, a los dos nos urgía (re)conocernos cara a cara. La cosa fue después muy rodada, estando de por medio el museo del Prado, su hermano Jaime, amigos suyos varios, Ángel por supuesto, una deliciosa tarde en la casa de David y Carmen, a la que siguió una pre-cena, cena y post-cena con amigos y amigas nuevos de nuestros anfitriones. Qué bonito fue participar en el discurrir libre de las ideas y palabras de unos y otros, donde se habló de pintura, de Bruckner, de Girard, de Casablanca, de Jon Juaristi, de los judíos, del Holocausto, de las familias misioneras que se van a Austria o a cualquier otra parte del mundo, de anglofilia, de anglofobia, de francofobia, de un chiste en el que comparecen un católico, un musulmán y un judío... Altísima civilización le llamo yo a esto, que acaso no sea otra cosa que hablar, escuchar, respetarse y quererse. 

miércoles, 9 de julio de 2014

Corazón maduro

El corazón inmaduro necesita recibir órdenes de la razón para hacer el bien. “Haz esta obra buena”, le dice al corazón perezoso o egoísta. El corazón maduro lo hace espontánea, inmediatamente, pues ya ha interiorizado la ley del amor. Obra por sí mismo, como si dijéramos.

martes, 8 de julio de 2014

Mi senequita

Me causó maravilla, emoción y conmoción San Juan de la Cruz. La biografía, del padre carmelita José Vicente Rodríguez, una obra monumental en extensión y en calidad. ¡Qué hombre, qué santo Juan de Yepes, después Juan de la Cruz! Incandescente, pura luz, amor total, plenitud suave, y mil cosas más, todas concentradas allí donde el hombre de Fontiveros es el santo descalzo, un santo irrepetible y casi irrespirable de tan puro. Hubo momentos en que sólo me fue posible continuar la lectura a condición de dejarla y ponerme a rezar, a rezarle a él: “fray Juan de la Cruz, fray Juan, padre Juan”, le decía, le digo. “Mi séneca, mi senequita”, lo llamaba la madre Santa Teresa, un diminutivo que en mi cabeza se une a otro, El mudejarillo, la preciosa obra que escribió sobre él José Jiménez Lozano, y esto porque era bajo, bajito digo yo con otro diminutivo por la ternura que me inspira. Con respecto a mi relación con los santos, creo que esta lectura supone un antes y un después en mi vida espiritual y cristiana. No era devoto de ningún santo en particular y creo que a partir de ahora lo voy a ser incondicionalmente de San Juan de la Cruz, “el jilguero de Dios”, cuya protección y luz ya le pido. Me quedo con muchas cosas pero ésta me ha gustado especialmente: “Por donde fuésemos hiciésemos el bien a todos, porque pareciésemos hijos de Dios. Y que jamás hiciésemos agravio a nadie, ni con obras ni con palabras agraviásemos a nuestros prójimos; y que tuviésemos por claro y cierto que cada vez que nos descuidásemos de esto, nos hacíamos más mal a nosotros que a nuestros prójimos”, palabras de una monja descalza del monasterio de San José del Salvador, en Beas, Jaén, sobre lo que le había escuchado decir al santo en una ocasión.

lunes, 7 de julio de 2014

Velázquez vs Grünewald

¿Un Cristo regio, aposentado -la cruz es un trono (Velázquez)- o uno rendido a su fealdad sanguinolenta -la cruz es un potro de tortura (Grünewald)-

jueves, 3 de julio de 2014

miércoles, 2 de julio de 2014

Y lágrimas

Mucho amor, y lágrimas,
muchos pecados, y lágrimas,
mucho sufrimiento, y lágrimas. 

martes, 1 de julio de 2014

San Juan de la Cruz, sin tizón encendido

Aquí hablé de cómo de distinta manera manejaron el fuego San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino para hacer frente a la mujer que las tentaba, el primero invitándola a sentarse con él en las brasas, el segundo defendiéndose de ella con un tizón. Veamos como obra en situación parecida San Juan de la Cruz, tal como nos lo cuenta José Vicente Rodríguez en San Juan de la cruz. La biografía: “En este lance podemos ver la humanidad del santo que lo pasa mal, y la santidad del hombre fiel a sus compromisos que, sin armar una escandalera en el barrio ni tener que echar mano de un tizón encendido, como Tomás de Aquino en ocasión parecida, es capaz de convencer (“supo decirle tales cosas que la redujo a conocimiento de su culpa y del mal que hacía; y volviendo por do había entrado, se fue a su casa”) a la muchacha que trata de hacerle caer en la red de sus encantos”.