De repente he caído en la
cuenta con alborozo de que los santos nos aman, ¡nos aman!, y que sólo
poniéndonos bajo su protección dejaremos de envidiarlos y de temerlos.
Hola Suso, no se puede envidiar y temer a aquellos en las que algunas personas no creemos. Bastante tenemos con el peso de nosotros mismos. Mis creencias no me permiten otra realidad, verdad; o como sea. Mi fe debe estar en mi, no fuera de mi.
1 comentario:
Hola Suso, no se puede envidiar y temer a aquellos en las que algunas personas no creemos. Bastante tenemos con el peso de nosotros mismos.
Mis creencias no me permiten otra realidad, verdad; o como sea. Mi fe debe estar en mi, no fuera de mi.
Saludos
Publicar un comentario