Ya oí decir a varias
personas que Pablo Iglesias, el líder de Podemos, “no se enfada” en las
tertulias televisivas en las que participa (o participaba), y tal observación pretendía ser desde luego un
elogio. El subtexto que hay aquí es que muchos otros sí que se enfadan, y esto
los afea. Hice una pesquisa en youtube y comprobé que era cierto lo que mis
amigos decían. “Un buen punto a su favor” me dije, no sin envidia. Tampoco es
que enojarse en el transcurso de un debate sea particularmente grave, salvo que
esto ocurra demasiadas veces, porque entonces la calidad de la argumentación se
verá afectada por esta insidiosa presión sanguínea. La energía así perdida es
una energía de la que ya no podrá disponer la propia razón en sus esfuerzos
reflexivos. Tanto si es una aptitud heredada o una aptitud adquirida (¡qué
mérito tiene esto último si uno es de naturaleza temperamental!), es una de las
condiciones para que, junto con otras, pueda darse un buen diálogo, o por lo
menos un diálogo más exitoso.
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