El asunto tenía todas las
trazas de poder ser explicado sólo sobre un diván freudiano. Porque, vamos a
ver, ¿a qué se debía que fuera tan susceptible con respecto a ella, el verse,
tantas veces, soliviantado por sus palabras, cuando éstas no portaban ninguna
agresión? Una buena prospección en su inconsciente, ¿encontraría alguna
respuesta a esto? Sus reacciones airadas, ¿eran su manera de protestar contra
el gran ascendiente afectivo que ella tenía sobre él? Y aun si esto fuera
cierto, quedaría por explicar en qué consistía esta autoridad emocional. Había
además otro dato, en el que reparó muy tardíamente: ¿no se parecían a ella las
mujeres que más le gustaban? De todos modos, le parecía que se movía sobre
hipótesis que sólo una “gran revelación” de su inconsciente podría resolver.
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