sábado, 21 de junio de 2014

A la sombra del kiwi

Hoy ha sido el primer día de este año que he estado leyendo debajo del kiwi en una hamaca en el patio. Si me gusta el verano es porque me permite hacer precisamente esto, leer en el frescor que proporciona la sombra de un árbol, rodeado de flores, hortalizas y cantos de pájaros. Incluso consigue que sea más llevadera la lectura de un libro que dentro de casa me resulta pesada. Un verano sin esto sería para mí un verano perdido. De la conjunción del gozo de la lectura y el esplendor de la naturaleza resulta una dicha que anticipa retazos paradisíacos, en la que se da una mezcla perfecta de concentración, exterioridad y reposo.

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