Leer libros que no nos
gustan crea horas infelices, siendo así que la lectura es, debe ser, un
otorgamiento de felicidad. Por eso aquéllos debieran ser abandonados una vez
que uno se ha cerciorado de que no nos gustan, no nos placen, en definitiva no
nos interesan. ¡Qué distintas las infelices horas de las felices que sí crean
los libros que nos causan placer! Con todo, hay grados en esta cuestión. Puede
haber una “infelicidad” durante el trayecto de la lectura que, por distintos
motivos, llegue a ser al final una verdadera felicidad. Por eso uno a veces se
resiste a abandonar libros en principio, y en medio, no gustosos, pero que sí
lo acaban siendo una vez terminado el libro.
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