La herida curó bastante pero
no tanto que llegase a convertirse en cicatriz. Sólo esto puede explicar los
gritos y lágrimas de X, desproporcionados, tras las palabras de Y. Éstas,
paradójicamente, aun siendo recriminatorias, contenían al mismo tiempo un
profundo halago. Espero que con el paso de los días X se percate de ello. Sin
embargo la escena, al recordarla ahora, resulta extraña, misteriosa, no del
todo inteligible, salvo que desde ella se extienda hacia atrás una lupa que
permita ver la historia de su herida. Pero ni siquiera así llega la luz a ser
suficiente para comprenderla del todo. Algo, o mucho, se me escapa. Una
redacción novelada de la misma quizá la colocase en el lugar ideal para
entenderla más y mejor.
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