miércoles, 9 de abril de 2014

La carambola

Yo tenía en mente ir algún día, un día indeterminado, a Tierra Santa. Me pregunto si ese día llegaría a determinarse si no hubiese tenido lugar una carambola. Fue como sigue: mi hermano Ramón quería regalarle a mi madre un viaje a Israel. Allá por el mes de octubre pasado, en una comida familiar, me prepuso que me apuntase. No mostré demasiado interés en ese momento. Pasados unos días recogí el cable y me puse a ello. Como resultado de mis pesquisas, supe que los franciscanos de Santiago de Compostela organizaban todos los años una peregrinación a los Santos Lugares. Efectué las diligencias oportunas y en el mes de noviembre habría de realizarse el viaje. Mientras tanto, a mi hermano Ramón le habían surgido impedimentos que lo descolgaban del mismo. Pasado un tiempo, la agencia de viajes Halcón me comunica que el viaje debía aplazarse por una serie de cuestiones que tenían que ver con los vuelos. Marzo sería la nueva cita. Tiene lugar después otra baja, la de mi madre, por cuestiones de salud (ya en pleno viaje me “alegré” de que así fuera pues no hubiese resistido su ajetreo físico y psicológico). Hete aquí entonces que me veo yo como el único que habría de peregrinar a Tierra Santa. Toda la carambola anterior, a la postre, había “determinado” mi día. Y ahora me pregunto: ¿qué tuvo que ver Dios con todo esto?

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