jueves, 2 de enero de 2014

En santa discusión

De discutir, habría que discutir como un santo, sin arañar parcelas para el “yo”, con “una mente humilde, modesta, calma, pacífica, paciente, caritativa, amable, tierna y compasiva” (Tomás Moro). Y, por seguir con el mismo santo, atendiendo a una de sus bienaventuranzas: “Felices ustedes si saben callar y ojalá sonreír cuando se les quita la palabra, se los contradice o cuando les pisan los pies, porque el Evangelio comienza a penetrar en su corazón”.

No hay comentarios: