La inmortalidad del alma es la condición que
Dios se crea a sí mismo para que la resurrección de un hombre no le exija crearlo
de nuevo. Es el brasa de ser desde la que Dios recupera todo el ser, ese algo
del hombre que no muere gracias al cual la resurrección no es nunca sensu stricto una re-creación sino un
levantamiento de quien está postrado, postergado, “dormido”. La muerte no
aniquila al hombre pues ello supondría que tendría más poder que Dios. Lo abate
completamente pero no lo destruye; queda un rastro, un resto, un alma inmortal
en este sentido, el hueso que Dios no necesita crear de nuevo y al que le basta
con revestir de carne, gloriosa, resucitada. Lázaro muerto seguía siendo
Lázaro, y por eso pudo oír la llamada de Jesús: “Lázaro, sal afuera”. La inmortalidad
del alma es la capacidad que Dios le otorga al hombre para que, muerto, pueda
oír la voz de su padre cuando lo llame a la vida nueva: “Hijo mío, levántate”.
miércoles, 31 de diciembre de 2014
martes, 30 de diciembre de 2014
El frío
El frío ha llegado con el invierno, no
antes; sin capricho, se ha ajustado este año al almanaque. Es un frío solar y
azul, despejado, que curte las carnes y deja hielo en las hierbas. Así lo he
observado esta mañana mientras venía en el coche al instituto, mantos de plata
a un lado y a otro de la carretera. Siempre he pensado que este frío comedido,
en torno a los cero grados, es saludable, porque espabila las naturalezas y los
caracteres. No tolera las personalidades muelles, tornadizas, untuosas: llama a
la rectitud, impone la reciedumbre. Da un nombre exacto a las cosas, les
confiere una cualidad estatuaria. Es imperativo, regidor, mandatario.
lunes, 29 de diciembre de 2014
El retiro
¿Se retira la realidad, se retiran las
palabras, se retiran los ojos, cuando uno se queda seco y huero? A uno le
siguen pasando cosas, las normales de cada día, pero, de repente, ninguna pide
ser nombrada, imaginada, como si de ellas se hubiese ausentado la sustancia que
habían tenido hasta hace bien poco. Nada te solicita ni sabes tú ser su mentor.
viernes, 26 de diciembre de 2014
Día bien pintado
En invierno vuelve el que yo llamo “día
quieto”, siempre un día frío, pleno de sol y luz, en el que no corre el aire, esencial,
puro. Las personas y las cosas son más exactas, están más y mejor perfiladas,
como si fueran diamantes. Son días “realistas”, en las antípodas del impresionismo,
del sfumato, del surrealismo, del hiperrealismo, del expresionismo. Hay línea,
perspectiva, volumen, masa, color: el día quieto es un día bien pintado.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Rosetta
Rosetta lleva como puede la bombona de gas que acaba de
comprar a la roulotte donde vive con su madre. Quiere consumar la muerte de
ambas que, en un primer intento, impidió una bombona vacía. La habíamos visto a
lo largo de la película de los hermanos Dardenne, Rosetta (1999), buscar un empleo como una cosaca. Al final lo
consigue, en un puesto callejero de venta de crepes y bebidas, antes atendido
por su amigo Riquet, tras acusarlo ante el dueño del puesto de vender también
tortas hechas por él en su casa. Consumada la traición, Rosetta pasa a ocupar ahora
su lugar. Ya antes había estado a punto de dejarlo morir ahogado cuando, tras
ayudarla a recuperar unas rudimentarias artes de pesca, resbala y cae a un río
cuyo suelo cubierto de lodo hace imposible hacer pié en él: si él muere Rosetta
obtendrá su puesto de trabajo; in extremis,
superada la tentación, lo salva.
En su segundo día de trabajo, tras cerrar el tenderete,
aparece Riquet con la moto. Ella escapa y, tras una fatigosa huida, al final la
alcanza. Él la agarra por las solapas de su chaqueta, la zarandea, ella se
defiende y tiene lugar el siguiente diálogo:
-¿Por qué lo hiciste?
-¡Vamos, pégame!
-¿Por qué lo hiciste?
-Para tener trabajo.
(Aquí Riquet se calma, al comprender que Rosetta lo delató
llevada por sus ansias de sobrevivir y no por otra cosa, no por ejemplo por un
odio o crueldad gratuitos).
-¡Déjame pasar! Cuando caíste al agua, ¡no quería sacarte!
-¡De todos modos me ayudaste!
(Y así le hace ver a Rosetta que tiene entrañas humanas, que
es más que una mercenaria en una guerra en la que se puede delatar a un amigo).
-¡Déjame pasar!
Rosetta llega a su roulotte y allí se encuentra, desplomada en
la escalerilla exterior, a su madre, una mujer alcohólica que se lo monta cada
dos por tres con el dueño del parking. La levanta y la arrastra hasta su cama.
Sale después y se dirige a una cabina telefónica: llama a su patrón y le dice
que no volverá a trabajar. Rosetta ya no puede con su vida: decide ponerle fin
y también a la de su madre, que no podría sobrevivir sin ella. Y así regresamos
al punto de partida, cuando la veíamos llevar a duras penas una bombona de gas
llena. Cuando está a pocos metros de la caravana, y mientras se oye el ruido de
una moto que se acerca, cae al suelo, extenuada. Alguien la ayuda a levantarse:
es Riquet. Rosetta, de pie, lo mira y sabemos que la ha levantado también de su
desesperación.
“¿Sobre qué son nuestra películas? Son sobre personas que
están solas y tienen un encuentro con otro que les ofrece una salida. Son
personas que están en situaciones extremas, que son capaces de matar para
encontrar su lugar en el mundo y vivir la felicidad que se imaginan. Es
finalmente sobre gente que descubre la amistad, el amor, la solidaridad, el
tener la necesidad del otro. Finalmente es eso”. Lo dijo uno de los hermanos
Dardenne, Jean-Pierre, en una masterclass en Buenos Aires, el año 2011. Además
de Rosetta (1999), ahí están La promesa (1996), El hijo (2002), El niño
(2005), El silencio de Lorna (2008), El niño de la bicicleta (2011) y la
última, que todavía no he visto, Dos
días, una noche (2014), para mostrarlo.
Cine excelso, de primera categoría, humanista, verdadero, el de los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, notarios de una lucha por la vida en la que, tras imprevistos recodos, cuando era posible elegir mal, se elige en cambio bien gracias a la presencia de una voz y un rostro que nos da o nos reclama ayuda.
miércoles, 10 de diciembre de 2014
sábado, 6 de diciembre de 2014
Dolores de parto
Quiero estar totalmente concentrado, tener
siempre una conciencia completa e impedir que nada altere el sosiego de mi
espíritu. En realidad quiero gozar ya de un cuerpo glorioso, donde el control y
la espontaneidad coincidan y hablar sea lo mismo que callar. Incluso en
momentos en los que se está razonablemente bien, es una pequeña cruz no vivir
ya en el paraíso, y el cuerpo gime con dolores de parto mientras espera su
resurrección.
viernes, 5 de diciembre de 2014
No la recuerda
Desde el momento en que el ofensor cancela
su deuda con el ofendido deja éste de ser su némesis: ya nunca podrá el primero
sentir el recuerdo de la ofensa infligida al segundo porque éste la ha “olvidado”,
es decir, le ha perdonado. Si para el ofendido ha “desaparecido” la ofensa
entonces también para el ofensor ha desaparecido. Han dejado de ser ofensor y
ofendido: son, ya sólo, hermanos, porque el amor “no la recuerda (la ofensa)”.
martes, 2 de diciembre de 2014
sábado, 29 de noviembre de 2014
Las cosas
Las cosas merecen consideración y por
merecerla merecen también nuestra atención. Quiere por eso el plato que la
mente y el corazón del que lo friega sea consciente de ello al menos alguna
vez; también quieren los zapatos que quien los coge con sus manos para calzar
sus pies preste la concentración debida de cuando en cuando; y no digamos el
teclado con sus letras y números y signos, tan machacado, y contento por ello,
sí, pero su poco de atención pide él igualmente.
viernes, 28 de noviembre de 2014
Palabras, palabras, palabras
El “palabras, palabras, palabras” de
Shakespeare sería un buen rótulo para identificar una de las vetas de la obra
de Javier Marías. La existencia está embadurnada de palabras, rebosa de
palabras el mundo y la historia, de todo se ha hablado y dicho demasiado, las
cosas se explican, se re-explican, se re-re-explican, no cesa el torrente
empalabrador: ¿por qué tanta palabra, tantas palabras? Y lo peor: que la
palabra dicha ya nunca puede ser desdicha, queda ahí, atrapando para siempre a
quien la dijo, por más que después diga que no la dijo o que diga que dijo
“diego” donde había dicho “dijo”. El universo de Javier Marías llora por no ser
mudo, acaso también sordo, o simplemente silencioso.
jueves, 27 de noviembre de 2014
El empleado holgazán (y mentiroso)
En la
parábola de los talentos, el que había recibido uno y sólo devuelve uno se inventa
una coartada con una mentira, pues ¿por qué le dice a su amo “que siegas donde
no siembras y recoges donde no esparces”, si, habiéndole entregado un talento,
había por lo tanto sembrado y esparcido? Justa razón tendría si, habiéndole
dado cero le exigiese uno, pero no ha sido así: le ha dado uno y por lo tanto
tiene todo el derecho a segar y recoger dos. Es tan indecente e irrespetuosa su
tergiversación de los hechos que hay que referirse a su mentira como a una “asquerosa
mentira” por mor de que quede bien claro su alcance. Una vez que vio que sus
compañeros habían duplicado lo que habían recibido, debió sentirse tan
aplastado que carga contra su amo con tal ruindad y cobardía que le reprocha
que sea lo que no es: miente a sabiendas de que miente, prevarica, y así casi
diríamos que peca contra el Espíritu.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Amistad y literatura
Cuando dos amigos son escritores pueden surgir chispas. Alguna
experiencia de este tenor la contó Andrés Trapiello en su viarionovela. La mía
con mi amigo X no se debió a nada que tenga que ver con un “yo te leo si tú me
lees” ni cosa parecida, sino a algo que yo le dije en una carta y que al le escoció,
lo cual provocó que él me enviase otra donde me daba algunas coces; a vuelta de
correo yo me defendí. El asunto quedó en tablas y ambos teníamos nuestra parte
de razón. No obstante yo me quedé contrariado y con la sensación de “deberle”
algo: me sentía su deudor, además de que obraba en mi ánimo el deseo de que
ninguna herida quedase abierta. La prosa de X es áspera y me costó mucho por
eso leer durante cuatro años (bueno, digamos más bien los dos últimos) su página
diaria, de lunes a viernes, en un determinado sito web de la geografía
española. Pero lo hice: era, y es, mi amigo, grandísimo amigo, y mi compromiso
fue firme a este respecto. La deuda quedó cancelada al final de este periplo. Antes
de esto (¿o fue después?), ya me había comprado uno de sus voluminosos libros
de filosofía y entré en él dispuesto a llegar hasta el final: me gustó y así se
lo hice saber en un correo sincero y exultante que él me agradeció mucho.
Leer es un acto de suprema libertad al que acompaña el deseo de un sumo placer. En términos generales la amistad no debe estorbar este principio. Lo mejor para mí es que no lo estorbe de ningún modo. No obstante también soy consciente de que la amistad obliga en alguna medida, y la amistad con un escritor obliga en esta misma medida a leerlo. ¿Hasta qué punto? No hay ningún problema cuando el escritor amigo es un escritor preferido y si lo hay cuando no lo es, por la razón que sea. Pero incluso si es preferido podemos llegar a determinada altura de la vida a aburrirnos un poco y dejar de leerlo por un tiempo, que puede ser incluso mucho tiempo. Las cuestiones sin número que quedan sin contar aquí las dejamos en manos de todas las parejas de amigos escritores, esperando que, si surgen chispas, no salgan de ellas quemados.
martes, 25 de noviembre de 2014
Narf y León
Narf es el nombre artístico de Fran Pérez, amigo mío de la infancia. El pasado 14 de noviembre vino a la tierra que le vio nacer, Silleda, a cantar en O recanto, un entrañable pub tipo taberna, o taberna tipo pub, que antiguamente fueron unas cuadras que guardaban el ganado de la casa a la que pertenecían. Fran nos deleitó con sus guitarras eléctricas (utilizó dos, sucesivamente claro) y sus canciones: letras de Rosalía, de Castelao, un poemilla de su padre y otras. Al final, tras la canción que cantó en honor de su madrina, que estaba presente, se sentó conmigo y las que me acompañaban, mis hermanas María y Lucía, también amigas suyas de la infancia. Con cerveza y vino pasamos un rato delicioso recordando los tiempos de nuestros primeros años. A mí me pasmó que mi memoria no hubiese retenido cosas que contaron ellos: la camioneta de cabina color azul y desastrado remolque en la que jugábamos, el cochecito que conducía mi hermana María y en el que paseaba a Fran cuando era un bebé, el billete de cien pesetas que encontró un día mi hermano Ramón en el suelo y que llevó raudo a la boca para propinarle varios besos (nos partimos de risa oyéndoselo contar a Fran, sobre todo con los “mua, mua, mua” crematísticos de mi hermano que nuestro amigo imitó tan bien). Hubo otro recuerdo que abre un capítulo aparte, con el que sigo en el siguiente párrafo.
En una de las pausas entre canción y canción, Fran mencionó a otro amigo de la infancia, de él y también mío, Miguel, y a su perro León. Miguel, que estaba allí, me miró a mí con gesto de “sí, claro, ¿no te acuerdas?” y yo a él con gesto de “¿un perro, León?, no, no me acuerdo”. Terminado el acto y efectuadas las despedidas de rigor, en el pasillo de fuera me acerqué a Miguel para preguntarle por León. “Sí, hombre. Nacimos a la par, cachorrito él y bebé yo. Mientras yo continué siendo un bebé él en unos meses se convirtió en un perro enorme. Me acercaba a él a gatas primero y andando después a meterle los dedos en los ojos, en las orejas, en la boca, a fastidiarle la siesta vaya. León, que me podía haber mandado a veinte metros de un rabotazo, me agarraba entonces el cuello con sus fauces y me llevaba hasta el salón, donde me dejaba. Ni una marca me quedó nunca en el cuello. Lo hacía como si portase a un cachorrillo”. “Anda, qué bonito”, añadí encantado. “Años después murió y cuando fui yo mayor inquirí la causa de su muerte: mi padre me dio a entender que alguien lo había matado porque era un peligro ¡para los niños!” Seguro que se lanzaba a sus cuellos y los mataba a dentelladas...
lunes, 24 de noviembre de 2014
Extrasentidos
¿Qué sentido es el que nos advierte de que
alguien nos está mirando por la espalda y nos hace volvernos? ¿Cuál el que le
hace presentir a alguien una desgracia propia (sé de un caso en el que una
persona se mostró afectadísima pensando que le iba a ocurrir algo grave, cosa
que no le había pasado nunca, el día anterior al de su muerte en un incendio) o
la de un ser querido (una madre me contó que un día sintió una sacudida y
“supo” que algo le había pasado a una de sus hijas: así fue, justo en ese
momento una de ellas se había roto un brazo)? ¿Qué radar psíquico nos informa
de estas cosas? ¿Qué fluencia de energías tiene lugar aquí? Aquí sí que me
parece del todo pertinente hablar de “energías”, concepto confuso pero no vago
con respecto a este tipo de cuestiones.
sábado, 22 de noviembre de 2014
La timidez
El que se dice tímido se desmiente, o mejor,
se vence continuamente a sí mismo, como el conferenciante que confiesa serlo
cuando está ante el público, es decir, justo en el momento en que está
venciendo su timidez confesa, o el actor que también declara serlo aunque se
muestra magníficamente inconsecuente al dominarse a sí mismo cada noche en el
escenario. Se podrían aducir muchos más casos de “tímidos inconsecuentes”, como
Ernesto Sábato, que compareció cientos de veces en programas de televisión y
actos públicos. La vida demuestra que la timidez confesada es muchas veces una
timidez vencida. Además, va por parcelas: uno puede no atreverse a contar un
chiste pero no sufriría nada si en la actuación de un mago éste lo llamase a
subir al estrado para colaborar con él en un capítulo de su representación,
cosa que le pasó a un servidor. Sin embargo, ¡qué tímido me muestro cuando
estoy con mis hermanos y hermanas a la hora de hacer (es decir de no hacer)
chanzas y bromas, mientras envidio a mi hermano Pepe y a mi hermana Lucía que
lucen total desenvoltura! Ésta mi hermana la pequeña, en una ocasión en que
tuvo que inaugurar una obra, sin papel en mano y ante un público no escaso, lo
hizo de rechupete: dominó la situación porque en este ámbito no es tímida. El asunto es claro: por un lado se es
tímido para unas cosas y para otras no, y por el otro la timidez es un enemigo
al que se domina muchas veces.
viernes, 21 de noviembre de 2014
Los ancianos
No sé cuando pensé por vez primera en mi
propia vejez; seguro que después de los treinta y antes de los cuarenta. La
imagino alguna que otra vez, sin temor la mayoría de las ocasiones. Lo que sí
me hace sentirme temeroso es cuando oigo la opinión de algún mayor quejándose
de su vejez, el dibujante Quino, por ejemplo, de actualidad hace poco tras
habérsele concedido el premio Príncipe de Asturias de Comunicación: “la vejez
es un coñazo”, dijo. No viendo bien y moviéndose en silla de ruedas esto se
entiende, claro: “cuando te haces viejo es como si hubiera venido un régimen
que te va prohibiendo cosas”, “y no sólo placeres, sino necesidades vitales de
moverse”, “un golpe de estado” que da “un fascista”, vaya. Por el contrario, si
es otra la experiencia de un anciano mi temor desaparece, la del escritor
Ramiro Pinilla, por ejemplo, recientemente fallecido, del que se escribió entre
otras cosas esto: “Ramiro Pinilla era un anciano feliz. Pletórico”. Si no tenía
graves problemas de salud, cosa que supongo, le era más fácil, como es evidente.
Si se está razonablemente bien y uno tolera con buen humor las inevitables
goteras de la edad tardía, puede la vejez ser una edad feliz. El arrugamiento
físico del que es testigo el espejo no tendría que ser un problema, y no lo es
en la mayoría de los casos. Es en la edad última cuando yo percibo una
diferencia entre los ancianos que son creyentes y los que no lo son: la
esperanza aúpa a los primeros mientras que la falta de ella me parece que mengua
a los segundos. Creo que tiene más posibilidades de ser feliz el anciano que es
creyente que el que no lo es. Hay cartas que en esta edad ya no se tienen, la
de la vitalidad física y el mucho tiempo por delante por ejemplo, y acaso los
agnósticos y los ateos acusen más su falta. O a lo mejor todo es mucho más
complicado, que seguro que lo es, y será cada anciano y cada anciana el que
tenga que contar su historia.
jueves, 20 de noviembre de 2014
Las nueces, otra vez
Debe pensar mi hermano Luis que mi madre pasa
grandes apuros para abrir las nueces con el cascanueces usando éste a modo de
martillo y no como lo que son, unas tenazas, pues le falta fuerza para hacerlo
(como ya expliqué aquí), cuando en realidad se las apaña bastante bien. El caso
es que le trajo un útil que diseñó su cuñado José Luis, que en paz descanse,
muy apropiado para la operación de partir la nuez: una canasta de mimbre con un
cono descabezado de madera en su centro. Sólo hay que coger la nuez, ponerla
encima del cono, sujetarla con una mano, y, ¡zas!, golpearla con el martillo de
madera que empuña la otra mano. Las cascaras no hay después que apilarlas y
recogerlas sino que caen y quedan en la cestilla. Y así cuantas veces se
quiera. Mi madre está encantada, todo hay que decirlo.
miércoles, 19 de noviembre de 2014
El tiempo
Hubo en mi vida una etapa en la que el
tiempo caminó: de los cero a los treinta años. Hubo otra en la que corrió (y
cuánto, Dios mío): de los treinta a los 46-47 años. ¿Qué diré de la que vivo
ahora dentro de, por ejemplo, diez años? ¿Que trotó? Porque, como ya he dicho
en otras ocasiones, desde hace dos o tres años el tiempo veloz pareció agotarse
y va ahora al trote, incluso diría que camina suavemente.
martes, 18 de noviembre de 2014
El codicioso
El codicioso roba las almas y las aprieta en
sus sobacos peludos y mugrientos, las hace trizas con sus dientes amarillos,
las amasa con saliva y las convierte en bolas que suben y bajan con sus juegos
malabares. Es hijo del diablo.
lunes, 17 de noviembre de 2014
Amigos
La clasificación de Pla: “amigos, conocidos y saludados”, es una plantilla básica de la que uno parte para añadir matices intermedios y que conforma finalmente un documento bastante largo y complejo. Dentro de la categoría amigos ya puede uno añadir mil ingredientes: está el amigo amigo, tautología que se explica a sí misma y que por tanto no vamos a explicar aquí; el amigo del que uno se quiere descolgar pero que no quiere descolgarse de uno, por lo que en cierto modo continúa siendo amigo; el amigo que nos acompañó en un tramo de nuestra vida y que de haber continuado este tramo la vida entera hubiese sido amigo toda la vida; el amigo aparentemente perdido y que reaparece, lo que indica que la apariencia engaña y que no estaba de ningún modo perdido; el amigo que sí ha desaparecido y uno presume que definitivamente, cosa que uno respeta, pero al que uno seguirá considerando amigo hasta el final de los tiempos; el amigo de la infancia que ya no es amigo en la edad adulta pero cuya sombra es a veces muy alargada, tanto que lo cubre a uno siempre.
La manera que tengo de ser amigo, y esto es cambiar de tema, con mis amigos y amigas es diferente en cada caso. Creo que el factor diferencial es la distinta articulación del binomio cercanía-lejanía, que no se refiere a la intensidad del afecto, grande siempre si de verdadera amistad se trata, sino del modo como uno frente al otro tácitamente nos regulamos a la hora de presentarnos y ausentarnos. Por ejemplo, yo entiendo a X cuando me dice que no me llama porque le parece que me estaría molestando y por lo tanto soy yo el que llama siempre; por distintas razones, también soy yo el que llama siempre a Y, y entiendo que debe de ser así y no me parece mal en absoluto; Z y yo sólo nos vemos cuando viene a Galicia, cosa que ocurre dos o tres veces al año, y entre tanto nunca no nos llamamos ni nos enviamos ningún correo; con Mengano quisiera tener un contacto más continuado y no acabo de aceptar el, a mí parecer, poco que tenemos ahora; no sé qué piensa él a este respecto; en todo caso, he de aceptar el que así es si no puede ser de otra manera; Zutana fue amiga intensa durante muchos, al menos quince, años, y después, por ninguna razón aparente (siempre están, claro, las razones no aparentes), la cosa se desinfló; el hecho de que haya enmarcado recientemente una foto en la que estamos los dos y la haya puesto en una balda de mi estantería blanca significa que la he querido “rescatar”, tenerla ahí. Y así seguiría. De lo que diga en cada caso el binomio cercanía-lejanía dependerá el ritmo que cada amistad tiene.
sábado, 15 de noviembre de 2014
Blablablá
-Blablablá, blablablá...
(Suso, ten paciencia)
-Blablablá, blablablá...
(Ten caridad también)
-Blablablá, blablablá...
(Que no note que no te interesa nada lo que te está contando)
-Blablablá, blablablá...
(Dios mío, qué mujer)
-Blablablá, blablablá...
(Necesito que alguien me salve)
-Blablablá, blablablá...
(Marcha, tienes además que marchar, es la hora)
-Blablablá, blablablá...
(A ver si mirando el reloj varias veces cae en la cuenta de que tengo que irme, aunque estoy seguro de que no se va a enterar)
-Blablablá, blablablá...
(Me voy, me voy, ¡me voy!)
-Blablablá, blablablá...
-Hasta luego, guapa.
¡Uff! ¡Me fui!
viernes, 14 de noviembre de 2014
Las ventanas
La ventana que da a la calle le es esencial
al anciano que está solo. Son muchos los que, arrimados a ella, salen de la
estrechez de sus casas a través de la mirada que los lleva a la gente que pasa,
a los coches que circulan, al policía que vigila, al kiosquero que vende
periódicos, al vendedor de la Once, a los perros que en el parque de enfrente
depositan sus heces que después recogen sus dueños. Les puede gustar la
televisión pero llega un momento en que ya están cansados o aburridos de ella;
estaría bien que a muchos les gustara la lectura, porque entonces se sentirían
menos solos, más acompañados, pero aún así son muchas las horas del día y
entonces también para éstos es la ventana un respiradero esencial, lo es para
todos, también para los que no viven solos y son felices y están bien
acompañados. ¿Cuántas son las horas que pasan muchos en sus ventanas y los
salvan así cada día?
jueves, 13 de noviembre de 2014
El museo
Recogerlo todo para que nada escape: la
vida, ya sabes, es un museo con muchas colecciones, y muchas piezas, y muchos
pasillos, no se acaba nunca, y no acabamos nunca los que por ellos andamos,
concentrados, distraídos, cansados, curiosos; nada está porque sí, por azar,
sino por destino, por elección antigua y siempre nueva, para muchos ojos y
muchas manos; los pies nos llevan, el corazón siente y nos rozamos unos con
otros, a veces hasta tropezamos.
miércoles, 12 de noviembre de 2014
Digámonos sí
Que no, que no quiero hacer prospecciones en
tu alma como quien busca petróleo en el fondo marino. No busco nada en ti sino
que te busco a ti y por eso mi mirada jamás te penetrará como un cuchillo.
Puedes por tanto sentirte a salvo: no es la codicia de poseer sino el ansia
-¿el amor?- de conocer lo que me guía. Me detendré siempre en tu umbral, no
querré ni podré ir más allá, salvo que tú me invites a entrar. Que salte
siempre tu no ante el codicioso pero acaso ganemos algo los dos si a mí me
dices sí. El mío, que te abre mi mundo, lo tienes ya por descontado.
martes, 11 de noviembre de 2014
Las nueces
Oigo cómo mi madre las golpea con el
cascanueces. Las abre así porque no tiene fuerza suficiente para agarrarlo,
meter la nuez entre sus lados curvos y dentados y apretar después las tenazas.
Las que estamos comiendo ahora son especialmente duras e incluso a mí me
resulta muy difícil partirlas. Hay un montón de ellas en el suelo del desván,
muchas más de las que hubo nunca en casa, gracias a las que trajo Toño por un
lado y Pepa por el otro: los nogales este año vienen repletos de ellas. Las he
extendido al fondo, donde forman como una laguna, a la que rodean las mil cosas
que hay un desván: maletas, alfombras, colchones, maderas, cajas, juguetes,
etc. Mi madre las come con pan por la tarde; yo con miel por la noche. Así
atacamos los dos nuestros respectivos colesteroles. Las cáscaras de las nueces
acaban en la cocina de leña, donde alimentarán el fuego del día siguiente.
lunes, 10 de noviembre de 2014
Una santa de paja
“Mamá, tú eres una santa de altar”, le dijo un
día mi hermano Rodrigo a nuestra madre, que tuvo que oír entonces como le
espetaba un “¡Qué Dios te perdone lo que acabas de decir!”, que nos hizo reír a
todos. Y otro día, su prima Luisa le hizo saber que alguien había dicho que era
una santa, que indignó de nuevo a mi madre para hacerle exclamar: “Una santa de
paja”, tras lo cual se echó a reír. “Sólo Dios sabe quién es santo”, añadió, con
toda la razón. Santa o no, lo que sí es mi madre es una persona buena, muy
buena, y eso lo saben las gentes, y uno se lo ha oído decir a muchas de ellas,
y me lo digo yo a mi mismo viendo su conducta irreprochable, su dulzura innata,
su decidido callar las faltas de los demás, su no haber hablado jamás mal de
nadie, su odio a la mentira, su fe profunda.
sábado, 8 de noviembre de 2014
Un 30 de octubre
Hemos vuelto mi madre y yo del cementerio de Negreiros, donde hemos depositado el florero, que ella hizo con crisantemos y ramas verdes, sobre la tumba en la que están enterrados mi abuelo Jesús, mi abuela Mari Pepa, mis tíos Pepe y Manolo y mi tía Isabel. Ya había allí rosas amarillas y granates que alguien, no sabíamos quién, había dejado, flores compradas que me parecieron menos hermosas que los crisantemos que habíamos llevado nosotros. Es la operación de todos los años. Primero vamos a la casa donde nació mi padre, en Fonteboa (Fuentelabuena dice en broma mi tía Pepa), en la que ya no vive nadie, mi madre provista de un cuchillo con el que cortará los tallos de los crisantemos y de las ramas verdes que allí nacen en la era. Después volvemos a casa; yo espero a que mi madre componga en una especie de macetero blanco su centro floral y después nos vamos a Negreiros, la aldea en la que nació mi madre, a su cementerio, y ante la tumba que pone “Familia Fondevila” rezamos por nuestros difuntos. Por allí aparecieron Jesús, primo de mi madre, un bendito, y su mujer, Luisa, una bendita de otra especie, que viven en una casa grande al lado de la iglesia. Componen una pareja singular, de la que nacieron más de diez hijos: dos de ellos, en edades tempranas y en años sucesivos, murieron ahogados. Jesús es un ser delicado, suave, con unos ojos que te bendicen cuando te miran y un rostro que refleja una dulzura inefable; Luisa es fuerte como un roble o un chorro de agua, alegre, dicharachera. Si Jesús es el cielo, Luisa es la tierra, uno y otra unidos por un amor más poderoso que la muerte.
viernes, 7 de noviembre de 2014
Un kiwi mesiánico
Al kiwi lo bendice este año una abundancia mesiánica: decenas y decenas de kiwis cuelgan de sus ramas, estorbándose unos a otros de tantos que son. Por eso, no habiendo espacio suficiente para que todos hubiesen alcanzado un tamaño medio, los hay muy chiquitos, no mucho más grandes que una cereza, y todos componen una especie de enjambre disperso y un tanto amenazante: si se cayeran a un tiempo mal librado quedaría al que pillasen debajo. Noviembre es el mes de su recolecta y mi hermano Luis, que es el maestro hortelano, se encargará de ella. Si me tocase a mí hacerla, de entrada me entraría un gran desaliento porque me parecería estar ante una tarea que nunca tendría fin.
jueves, 6 de noviembre de 2014
Vidas íntimas
Ahora que, además de casados, hay emparejados, divorciados, separados, ya no se puede preguntar con sana curiosidad, si lo pide el curso de la conversación, el estado civil de tu interlocutor. Como el molde clásico sigue siendo el de casado o no, quien está fuera de él se adelanta a comunicar él mismo su situación para no verse en el brete de sentirse incómodo si alguien se lo pregunta. Cuanto todos los nuevos roles convivan en igualdad de condiciones supongo que se acabaran estos recelos, y se podrá interesar uno por estas cuestiones sin parecer que está indagando morbosamente en la intimísima vida de la persona con la que hablamos.
miércoles, 5 de noviembre de 2014
El director de cine
En Ciudad Rodrigo conocí por primera vez en mi vida a un director de cine. Cuando me lo presentaron, jocosa pero muy seriamente le hice una reverencia y exclamé: “¡Un director de cine!” Se llama Pablo Moreno, tiene 31 años, es miembro del Consejo Pastoral de la diócesis de Ciudad Rodrigo, responsable de su Delegación diocesana de Evangelización y Nuevas Tecnologías, gerente y socio fundador de la productora audiovisual Contracorriente Producciones, de la mayoría de cuyos trabajos es también el guionista y director, etc. En la sede de esta productora es donde nos presentaron y no tardé ni un segundo en pedirle que me dedicara la película que nos acababan de regalar, Un Dios prohibido. Así, en la carátula, por la parte interior se lee: “Para Suso Ares, con cariño de Pablo Moreno. 29-8-14”. Cuenta los hechos que terminaron con la muerte de los miembros de la comunidad claretiana de Barbastro (Huesca), en los inicios de la Guerra Civil. Con una buena dirección de actores e interpretaciones convincentes, la película es simplemente correcta; el personaje que interpreta Elena Furiase, la republicana que se enamora de uno de los jóvenes claretianos, está metido con calzador y resulta completamente inverosímil: es el fallo más gordo de este film. Ojalá que en un futuro Pablo Moreno obtenga los medios suficientes para rodar una película que sea un gran éxito de crítica y público: si cuenta una historia temáticamente cristiana, mejor que mejor, una, por ejemplo, cosa que se me ocurre ahora, que de capítulo en capítulo alumbrase figuras del evangelio: Zaqueo, la samaritana, José de Arimatea, Nicodemo, la hemorroisa, la sirofenicia, el buen ladrón, el centurión creyente, el joven rico, María Magdalena, etc. Esto nos vendría muy bien, faltos como estamos de intelectuales y artistas católicos de prestigio. Los que hay se cuentan con los dedos de una mano. ¡Ojalá que necesitemos muchas manos para contar los que haya en un futuro!
martes, 4 de noviembre de 2014
Del dicho al hecho
Otra buena parábola que oye mi madre de labios de un sacerdote saletino, angoleño, Alfonso por más señas, en una homilía: “Había un rey muy bueno que enfermó del corazón: sólo seguiría viviendo si le trasplantaban uno nuevo. Cuando estaba en la entrada del hospital, una multitud de súbditos se había congregado allí y gritaba: ‘¡mi rey, yo te daré mi corazón!’. Entonces el buen rey les dijo: ‘Está bien, queridos amigos, lo acepto. Pero, ¿quién será el que me haga tan maravilloso don? Lo haremos así ¿Veis está pluma? La dejaré volar, y aquél sobre el que caiga será el señalado para que me regale su corazón’ Entonces el rey soltó la pluma y vio como sus buenos súbditos, cuando veían que iba a caer sobre ellos, la alejaban con sus soplidos pues ninguno quería ser el elegido”.
El corazón, tantas veces, está pronto para ofrecerse pero se aleja en el momento en que realmente tiene que darlo, pero también hay quien primero dice no y después sí: “Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero”.
lunes, 3 de noviembre de 2014
Un empujoncito
Un empujoncito bastaría para que, de ser agnóstica, pasase a ser creyente. Intuyo que la barrera que impide el salto no es de tipo intelectual sino psico-afectivo, y éste sería salvable si se sumasen una serie de circunstancias. No es imposible que se den en un futuro, y lo que presumo empujoncito seguramente no bastaría y tendría que ser un buen empujón. El caso es que la veo ahí, al borde, con toda la fuerza de la carne y de la historia reclamándola para que dé el salto. Muchas veces son resistencias vitales que resultan de las complejas tramas de la existencia personal las que apartan a las personas de la fe más que argumentos puramente intelectuales.
sábado, 1 de noviembre de 2014
Antes del amanecer
Cuando llego tarde a casa y coincide que hay
que dejar la puerta de entrada sin la llave puesta porque al día siguiente muy
temprano viene mi hermano Ramón, mi madre me deja una nota recordándomelo. La
última vez que lo hizo hubo un detalle que me llamó mucho la atención, un
detalle poético, y fue algo tan simple como el que mi madre escribiera, cosa
que nunca había hecho antes, que mi hermano vendría “antes del amanecer”. Los
avisos solían limitarse a decir: “Suso, saca la llave porque viene Ramón”. Y
nada más. En esta última ocasión el supradicho “antes del amanecer” fue toda
una sorpresa que me enterneció. Me pareció bellísimo, una coda lírica final que
mi madre escribió con total inconsciencia.
viernes, 31 de octubre de 2014
¡Ay! y el Dios que hay
Ya no es consciente de los “¡ay!” que pronuncia cada vez que
tiene que doblar las rodillas. Acusan el trabajo de haber sostenido un cuerpo
alto y fuerte durante más de setenta años. Ahora tiene setenta y cuatro. Cuando
nos vimos en Madrid el pasado 6 de octubre observé con asombro cuanto había
disminuido la velocidad de su paso: andaba como un ancianito. Por lo demás,
está perfectamente, siendo él tan él. Un amigo le dijo en una ocasión: “De
mayor, serás objeto de peregrinación” “¿Y por qué te dijo eso?” “Por lo rarito
que soy”. En lo que va de año lleva escritas unas ciento cincuenta páginas
sobre El Dios que hay. “Tan embebido
me tiene que durante el verano no he leído nada”. Mientras caminábamos hacia
San Dámaso, junto con ¿Inés?, una monja muy joven que había sido alumna suya,
nos dijo, burlón: “No sé cómo no os planto y me vuelvo a casa para encerrarme
con El Dios que hay”. Me había
explicado meses atrás porque prefería hablar del “Dios que hay” y no del “Dios
que es”.
Alfonso, mi amigo Alfonso, con el ¡ay! y El Dios que hay.jueves, 30 de octubre de 2014
Ser cuerpo y más que cuerpo
Nuevos gozos con otra actuación de un grupo
de danza contemporánea en el Teatro Principal de Santiago. ¡Qué bien me lo paso
viendo los movimientos de los bailarines! No es asunto menor lo que el varón y
la mujer consiguen cuando danzan llevando al límite las posibilidades de su
cuerpo. Es una alta empresa del espíritu artístico, que consigue en este caso que
el cuerpo alcance una plenitud de forma y expresión que se iguala con los
mejores logros de otras artes. Desde los dedos de los pies hasta los dedos de
las manos y la superficie craneal de la cabeza, el cuerpo ejecuta movimientos
que, siguiendo el ritmo de la música, llevan un membrete que dice: “Belleza”. Tras
muchas horas de entrenamiento y ensayo, el cuerpo es leve, es grave, es fuerte,
es elástico, se tensa, se encoge, se desploma, se catapulta, salta, cae, rueda,
se para. El cuerpo que se somete al
ritmo y la disciplina de la ley de la armonía se libera en cierto modo de la ley de sus límites. En la danza, siendo profundamente cuerpo éste
consigue ser más que cuerpo. El
placer es infinito.
miércoles, 29 de octubre de 2014
El giro
A los que por gusto, por necesidad o por
perro salimos a caminar un rato todos los días no nos arredra la lluvia. Poco
contratiempo es ella cuando se pertrecha uno con impermeable, botas y paraguas;
tampoco el frío nos detiene, pues para eso están los gorros, las bufandas, los
abrigos, los guantes. Sólo la combinación de viento y lluvia es imbatible, y
entonces sí, nos quedamos en casa los caminantes. Somos siempre los mismos, nos
cruzamos todos los días, nos saludamos todos los días, en nuestros itinerarios
fijos. Yo camino sólo media hora, quince minutos hasta un determinado punto y
quince de regreso desde este punto: este no es otro que allí donde se cumple exactamente
un cuarto de hora de andadura. Supongo que los que me ven darme la vuelta en
sitio tan indeterminado se quedarán extrañados, porque me giro con decisión de
180 grados donde no parece que haya ningún motivo para hacerlo.
martes, 28 de octubre de 2014
Cositas y cosititas
La
tranquilidad de mi mente es para mí asunto prioritario. Después del “día
infausto” se me arremolinó toda y me puse a la tarea de recuperar lo que había
perdido. Es muy difícil describir este remolino: mi perfeccionismo tonto, un
perfeccionismo ya especializado porque se ensaña con unas parcelas de mi vida,
y sólo con ellas, a Dios gracias, repasa frases y escenas de mi más inmediato
pasado para hacerme ver que esto, y eso y aquello pudo ser dicho de otra
manera, realizado de otra manera. Hay que decir, y he aquí la enjundia del
asunto, que “esto, y eso y aquello” son nimias nimiedades, cositas y cosititas.
Yo lucho ahora porque mi mente no repase nada y envuelva los “inmediatos
pasados” con papel de celofán y los tire al olvido. Algo voy consiguiendo,
creo. El corazón al menos se mantuvo tranquilo, lo que es mucho.
lunes, 27 de octubre de 2014
sábado, 25 de octubre de 2014
viernes, 24 de octubre de 2014
El mejunje
Coja un poco de perfeccionismo, un poco de
escrupulosidad y un poco de maticismo, agítelo bien y tómeselo. Le cabeza le
dará vueltas, le temblarán las sienes, le faltará el aliento: gozará usted de
espléndidos días.
jueves, 23 de octubre de 2014
Espumarajos
Ya le valió al uno decir “¡San Francisco
Franco!”, con exaltación nerviosa, y al otro escribir “MAS (Más Asqueroso
que Satanás)”. Sí, ya les vale. Al primero se le puede perdonar ese
franquismo cerril que no puede evitar ver en el Caudillo al sagrado custodio de
las verdades de la patria hispana, de la gran fe de los españoles, etc. Pertenece
a una generación que ve las cosas así y que siempre le echará un capote,
disculpándole, o directamente alabándole, a Francisco Franco. Pero el segundo,
insultar así a Artur Mas. Por favor, que discrepe lo que quiera y que lo
critique cuanto quiera, como hacemos muchos, pero que no le salgan espumarajos
por la boca: parecerá que es él el que tiene una legión de demonios dentro.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Sabrina
-Hola, señor, por favor, ¿me compra un pollo?
Yo me retraigo, a la defensiva.
-Lo siento, ahora no tengo dinero.
-Está bien, señor, sé que no debo atosigar a la gente y que
cualquier otro día me lo dará. Está bien así, señor.
Le debió venir a la cabeza la última vez que nos vimos: ella
por la acera de enfrente llamándome “señor, por favor, señor”, y yo en la mía
casi escapándome. La primera vez que la había visto, a la entrada del Eroski,
me pidió si podía comprarle un champú para lavarles el pelo a sus hijas. “Lo
tienen largo y bonito, ¿sabe?” Las llegué a conocer un día, cuando estaban las
tres en el umbral de la Iglesia. En una segunda ocasión consiguió que le diera unos
euros para comprarse un pollo.
-¿Cómo están tus hijas?
-Bien, ahora van al instituto. La mayor nos dio un buen susto
un día debido a un corte en la garganta. Pero ya está bien.
Es extranjera, tal vez gitana, aunque me inclino a pensar que
no.
-¿Cómo te llamas?
-Sabrina.
-Yo me llamo Suso.
-¿Y de dónde eres?
-De Bosnia-Herzegovina.
Está lloviendo y acerco el paraguas para cubrirla. Yo continúo
con mi batería de preguntas:
-¿Dónde vivís?
-Tenemos alquilada una habitación. Pagamos 80 euros y también
el agua.
-¿Tienes marido?
-Sí.
-¿Y tenéis trabajo?
-Lo tuvimos durante la vendimia. También nos dedicamos a
limpiar escaparates y cristaleras pero estos días no es posible porque llueve.
Mi impericia narrativa hace que parezca una entrevista lo que
fue una conversación, o eso creo. Habla muy bien el español, con un acento
cerrado. Tuvo que casarse muy joven porque yo le calculo unos treinta, o menos
incluso, y ya tiene una hija de doce años. Las gitanas se casan muy pronto y yo
me vuelvo a preguntar si lo es aunque sigue pareciéndome que no. Sabrina tiene
un rostro ovalado, de expresión dulce.
Nos despedimos. Sin duda nos volveremos a ver.
martes, 21 de octubre de 2014
De Ares a arisco
Querido Xosé: Quizá azuzado por la escrupulosidad, me pregunto si ayer fui arisco contigo. Te pido perdón por ello. Un gran abrazo.
Olaa: Estrañado quedo. Non recordo que foses arisco en ningún momento. Nin sequera imaxino que poidas ser arisco aínda querendo.Eres Ares, pero de Ares a arisco media un gran treito. Un abrazo súper.
Sabía que ías quedar estrañado. Por iso empecei falando da miña "escrupulosidade", que ás veces fai que me vexa a min mesmo como especialista en lategazos verbais. Todo e froito daquela empresa mediadora da que os falei e que me deixou confuso toda a semana, ata deixarme onte hiperestésico. En calquera caso, só por esta frase túa: “Eres Ares, pero de Ares a arisco media un gran treito”, xa pegou a pena o meu correo, e que almaceno gustosamente na miña memoria. Unha grande aperta.
Lo anterior es una correspondencia real que traigo aquí para
presumir de mi amigo Xosé, al que le sobran gracia e ingenio, por su “Eres Ares*,
pero de Ares a arisco media un gran treito”, que me ha encantado, como yo mismo
le digo en mi segundo correo.
* “Ares” es mi primer apellido.
lunes, 20 de octubre de 2014
The end
En el cine contemporáneo abundan las
películas con finales abiertos, abruptos, inesperados, paradójicos, finales que
no son realmente un “The end” a la antigua. Es como si tuvieran la intención de
dejar al espectador suspendido de una interrogación de modo que su cabeza las
continúe o las rumie, queriéndose ellas verse así prolongadas por su libertad,
o, incluso, por su confusión. La narración “cerrada”, clásica, habría dado paso
a la narración “abierta”, post-moderna; la primera se entregaría como un mundo
ya completo, la segunda como un mundo por hacer.
sábado, 18 de octubre de 2014
La corrección
Alfonso abrió la puerta y nos dejó pasar a mí y a un joven
vestido con una especie de sotana de color crema. A continuación había otra
puerta y este joven pasó y no hizo lo mismo. Alfonso lo llamó de inmediato con
voz potente:
-Oye, tú, ven, ve aquí.
El otro se da la vuelta sorprendido y parece no comprender lo
que pasa.
-Ven, acompáñame.
Alfonso lo lleva hasta la primera puerta.
-¿Recuerdas? Yo abrí esta puerta y pasasteis tú y mi amigo.
-¿Es usted sacerdote? -pregunta inesperadamente el religioso
como si sólo esta condición afease su conducta.
Alfonso continúa con su amonestación.
-Después tú no hiciste lo propio con nosotros. ¿Te parece
correcto?
-Disculpe señor, tiene usted razón, no ha sido cortés mi
comportamiento.
-Venga, hala, pasa.
Cuando el joven llega a la puerta de salida del edificio, la abre, y, con intención restitutiva, se pone a la espera de que nosotros pasemos primero pero Alfonso, ya complacido, le concede el paso a él. En un aparte y muy bajito, creo oír que me pregunta si Alfonso es sacerdote. Yo asiento con la cabeza. Parece que sigue pensando que su actitud no sería reprochable si Alfonso fuese un laico. ¡Menudo cabeza de chorlito!
viernes, 17 de octubre de 2014
La vida que me sale al paso
Hay fases de la vida escritora que se agotan
y en las que también nos agotamos nosotros. En los primeros años de este blog
abundaban las frases o párrafos breves que yo quería de una belleza cortada,
fulgurante. Llegó un momento en que comenzaron a hastiarme y la cosa murió de
muerte natural. Ahora me pide la mente narrar la vida que me sale al paso sin
grandes pretensiones, con ánimo de nada, sólo de encontrarme yo bien haciéndolo
y ya está.
jueves, 16 de octubre de 2014
Suspensión de los sentidos
Ayer he tenido un pequeño tramo de vida
inconsciente, la que correspondió a la limpieza del mesado de mármol que rodea
a la cocina de leña y sobre el que comemos. Me ha ocurrido otras veces: no me
abstraigo cuando friego la vajilla o paso la fregona sino justamente en el
momento de fregar el mármol. Es curioso. ¿Y a dónde se va uno exactamente en
esta suspensión de los sentidos provocada por el pensamiento absorto de una
idea, que ocurre también en la llamada conducción inconsciente al mando del
volante, en la que atravesamos un pueblo y después nos damos cuenta de que no
nos hemos dado cuenta, valga la redundancia, de que lo hemos atravesado? Si
fuera uno un místico pues vale, al séptimo cielo nos hemos ido, pero no
siéndolo vaya a donde vaya no se va uno ni al primero.
miércoles, 15 de octubre de 2014
Sobrellévate
“Sobrellevaos mutuamente con amor” (Efesios
4, 2), es decir, sobrellévate a ti mismo con amor, que por algo se dijo que
amarás al prójimo como a ti mismo.
martes, 14 de octubre de 2014
Las anteojeras
La imagen de las anteojeras que sólo nos
permiten ver lo que tenemos delante y no lo que está a los lados puede ser
positiva si la aplicamos a lo que es tener concentrada nuestra vida en lo que
importa sin que nada nos distraiga de ella, nada que esté “a los lados” sino
sólo “delante”. Para estar centrado en lo mío, en mi vocación, en mi travesía por
este mundo, yo necesito unas buenas anteojeras que me impidan fijarme en lo que
no merece ni un segundo de atención, en lo que no me interesa ni me importa, en
lo que me perturbaría si depositara en ello mi mente. “Lo mío, lo mío”, he de
decir alto y claro, teniendo delante el horizonte de mi ruta.
lunes, 13 de octubre de 2014
Las cantatas de Bach
Que Vivaldi venciera a Bach en mis gustos en
aquellos días en que, habiendo escuchado algo del segundo, fue mayor mi placer
cuando después escuché al primero, no me hizo olvidar las ganas almacenadas en
mí desde hace muchos años de escuchar las cantatas del compositor alemán.
Benditas sean aquellas ganas porque ahora que llevo muchos horas de audición,
siempre en el coche, no me apetece escuchar otra cosa. Navego en ellas y es posible
que llegue a escucharlas todas; siendo más de doscientas, significa que me
quedan muchas horas por delante en su compañía. No sabría decir qué siento
cuando suenan en el pequeño espacio de mi coche: ¿se convierte éste en una pequeña
catedral y soy yo un auditor que se oculta bajo las ojivas?
sábado, 11 de octubre de 2014
Oh boy
Oh boy, magnífica película del alemán
Jan Ole Gerster, cuenta el transcurso de un día en la vida de su protagonista,
un chico que ronda los veinte años de edad y que no sabe qué hacer con su
presente ni con su futuro; está desorientado, falto de referencias, anda medio
perdido. A lo largo de una jornada sumará finales desafortunados en los
encuentros que tiene con diferentes personas, empezando con el de su pareja,
con la que rompe nada más comenzar la película, siguiendo con el de su padre y
terminando con el de un anciano solitario y medio loco que lo aborda en un bar
a última hora de la noche. Uno de los aciertos de la película es que esta suma
de infortunios tenga su correlato metafórico en la imposibilidad de tomar un
café cada vez que lo intenta, bien porque le falta dinero, bien porque se ha
acabado el de una máquina automática, bien por otra serie de razones; con sus
disgustos, la vida “doméstica” refrenda los disgustos de su vida “existencial”.
¿Qué tipo de conclusión debemos extraer entonces de la imagen final de la
película, en la que nuestro protagonista, en la madrugada del día siguiente, se
toma por fin un café caliente y humeante en la cafetería en la que se
encuentra? Si cuando le fue mal le resultó imposible tomarse uno, ¿significa
que le va a ir bien ahora que ha sucedido lo contrario, es decir, que comienza
a aclararse el rompecabezas de su cabeza y de su corazón? Que cada cual decida.
viernes, 10 de octubre de 2014
El soñado crucero
He soñado en los últimos meses dos veces con qué me iba de
crucero. El último fue muy dilatado en su argumento. El barco aportó en Argel.
Bajamos el grupo que íbamos juntos y yo enseguida tomé una foto, para reñir
inmediatamente a mi amiga X por hacerla ella también, cosa que retrasaría
nuestra visita, que no era de larga duración. Estábamos en un alto y la ciudad
se divisaba a no muy larga distancia. Cuando íbamos calle abajo, un argelino se
ofreció a guiarnos pero, oh problema, hablaba en alemán, por lo que no le entendimos
ni jota. Nos condujo hasta la casa de un sacerdote español. El acceso era harto
difícil pues el ascensor era un tubo en el que sólo cabía una persona: su
entrada estaba casi pegada al suelo de la acera, por lo que había que inclinarse,
introducirse en él, salvar un codo y dejar después que una fuerza te succionara
hacia arriba. Cuando ya estábamos en la sala todos juntos para iniciar la
charla con el sacerdote, yo les hago saber a mis colegas que tenemos que
volvernos pero ya porque el barco no tardará en zarpar. Allá que nos vamos
todos corriendo, con miedo de quedar en tierra y sabiendo la reprimenda que
recibiremos de, oh sorpresa, fray Paco, nuestro guía. Ya en el barco, que tuvo
a bien esperarnos, su mirada colérica nos traspasa a todos.
La salida del puerto de Argel está llena de curvas, timón a la derecha, timón a la izquierda, y dos malecones en forma de inmensas cadenas doradas flanquean su tramo final. Cuando ya estamos en alta mar, me percato de que me robaron el bolso en la capital de Argelia. Pobre de mí. Después me veo subiendo y bajando ascensores sin que acierte nunca a llegar a donde quiero ir, cruzando salas sin fin, preguntando a todo el mundo dónde están los sitios. El final es bonito: mi habitación está encima de la cabina de los pilotos, justo en la proa, y veo como el enorme buque rompe el mar camino de un lejano horizonte.
jueves, 9 de octubre de 2014
Otra vida
Me pregunto hasta qué punto se arrepiente
hoy de haberse quedado en la casa paterna, atendiendo, junto con su hermana
menor, el negocio familiar, una mezcla de restaurante y taberna. Estando además
encima de éste sus viviendas -la suya, la de su hermana, la de su madre y la de
otro hermano-, ni siquiera goza del respiro que le daría tener su casa aparte,
un refugio independiente lejos de los figones. Tengo la impresión de que es la
suya una vida venida a menos: otro debiera haber sido su lugar, su trabajo, con
una vida distinta y mejor. Hace algunos años realizó con una amiga un viaje de
quince días a Tierra Santa. Después comentó que fueron los más felices de su
vida. En otra ocasión le dijo a mi madre con respecto a su trabajo: “Si sei que
isto ía ser así non me pillaban aquí, non o”. Son comentarios que pueden no
significar nada pero puede que también signifiquen mucho: me inclino por lo
segundo. ¿Qué queda en ella de la que fue compañera mía de promoción en BUP y
COU, una chica de notables que bien pudiera haber cursado una carrera
universitaria o preparado alguna oposición? Aquel lustre de los años mozos y
cultivados lo perdió: se ha embrutecido. A veces, cuando llego del trabajo y la
veo delante de su casa, apoyada en la pared y tomando el sol, adivino en ella
una quejumbre por la vida que tiene, una nostalgia de la que no tiene.
miércoles, 8 de octubre de 2014
Temporada otoño-invierno
Al encender la cocina de leña queda
inaugurada la temporada otoño-invierno en mi casa. Previamente habíamos llamada
a un profesional para que efectuase una limpieza en condiciones de la chimenea:
expedita quedó la ruta para que el humo encuentre su salida al aire libre. Uno,
por las mañanas, acarreará otra vez la leña que alimentará la lumbre a lo largo
del día. La cocina vuelve a ser la morada habitual de mi madre y no la sala,
que es la del verano: del sofá se traslada al banco acolchado; del televisor
grande al televisor chico. Yo, por mi parte, inauguro la temporada poniéndome
un chándal abrigosito; en cuanto al pijama, ya hace días que dejé el del verano
y uso el de entretiempo. Más adelante, cuando el frío sea mayor, vendrá el
cambio de edredón y el uso de las mantitas mientras estoy sentado en mi butaca
para escribir y leer. Muda el tiempo y nos mudamos nosotros, un año más.
martes, 7 de octubre de 2014
Releer
Aquí y allá me he encontrado a lo largo de
los años vivas invitaciones a la relectura (la última hace nada en Jules
Renard, Diario 1887-1910: “quien lee
demasiado no retiene nada. Elige a tu hombre. Relee, reléele para asimilarlo,
digerirlo”) que han estado ahí, a la espera de ser atendidas. Antes me decía,
estúpidamente, que si entregaba un nuevo tiempo a la lectura de un libro ya
leído dejaba de emplearlo en uno que nunca había leído, y puestas así las dos
cosas en una balanza el platillo se inclinaba siempre del lado del libro nuevo.
Ahora todo esto no me importa nada. Pero, ¿qué releo?, me pregunté. No lo dudé
ni un segundo: Middlemarch, de George
Eliot. Lo leí por primera vez en el mes de julio del año 2007 y me encantó.
Creo que ninguno de los libros leídos con posterioridad hasta el día de hoy me entusiasmó
tanto. Ayer, con un recuerdo muy vivo de la novela, me sumergí de nuevo en ella
y no tardó nada en llevarme otra vez hasta el séptimo cielo. ¡Qué días más
felices me esperan con Dorothea Brooke and company!
domingo, 5 de octubre de 2014
La Suma contra Gentiles
Cuando Matilde me dijo toda pancha que
estaba leyendo la Suma contra Gentiles,
de santo Tomás de Aquino, yo me quede boquiabierto. “¿Cómo, la Suma contra gentiles, en serio? “Sí.
Santo Tomas explica las cosas muy clarito”. Yo pensaba que estas cosas sólo las
leían señores muy metidos en asuntos teológicos y filosóficos, muy sesudos allá
en sus despachos, con su versión bilingüe, etc. Pues va a ser que no, lo cual
me alegra infinitamente. Además, si se está interesado en cuestiones de
religión y fe cristiana, y hay uno que te las explica con claridad y exactitud,
pudiendo ser éste santo Tomás de Aquino, ¿a santo de qué no va uno a leerlo?
Ahora estoy seguro de que habrá muchas señoras cultivadas en el mundo, como mi
amiga Matilde, que fueron amas de casa por ejemplo, que en edad tardía se
licenciaron en derecho por ejemplo, a las que siempre les gustó Beethoven por
ejemplo, que criaron cinco hijas por ejemplo, que leen la Suma contra Gentiles.
sábado, 4 de octubre de 2014
El pájaro liberado
Al sentir un ruido que ya conocía, le
comenté a mi madre: “Mamá, hay otro pájaro atrapado en la chimenea”. ¿Cómo es
que su instinto no les informa que entrar en ella significa no poder salir? A
algunos debe fallarles. Como la vez anterior, abrí el tiro de la chimenea; al
poco rato, como alma que lleva el diablo, salió disparado el pájaro de cara
hacia la ventana. Pegué un grito con el susto, porque, sin preaviso, surgió
repentinamente. La sensación de verse atrapado en un sitio angosto, casi
completamente oscuro -la luz que deja entrar la boca de la chimenea debe ser
pobrísima-, rodeado de hollín alquitranado, tiene que ser de lo más angustiosa.
¡Cuánta debió ser entonces su dicha al verse liberado! El pájaro que vuela a su aire ha sido evocado
infinidad de veces como símbolo de la libertad. Lo contrario, un pájaro que bate
desesperadamente sus alas intentando salir del lugar -¡y qué lugar en nuestro
caso!- en el que está atrapado, es imagen perfecta de la esclavitud.
miércoles, 1 de octubre de 2014
Sarandon, Rampling
Los ojos más rasgados del cine actual los
tiene Charlotte Rampling; los más abiertos, Susan Sarandon. Me encantaría
verlos frente a frente en una película. Podrían ser hermanas, o primas, o
cuñadas, o policía una y delincuente la otra, o guardia de prisión una y
prisionera la otra, o política una y periodista la otra, qué sé yo. Después,
entre ambas miradas, afilada como un cuchillo la de Rampling, abierta como un
abismo la de Sarandon, una contienda de guante blanco y despiadada al mismo
tiempo, con un inesperado final.
martes, 30 de septiembre de 2014
El medio, el miedo, los hijos
Me alegró saber que X e Y, que tienen un hijo y están
esperando el segundo, tienen en mente tener un tercero y hasta a un cuarto.
“¡Qué bien, les dije, mi pensión a salvo!” Y es que el número de parejas que se
quedan ya con el hijo único ha aumento considerablemente; los de la parejita ya
están diciendo adiós.
Mi amiga Chus, que tiene cuatro hijos, me contó en una ocasión que no les pasó inadvertido a él y a su marido cierto “reproche” de su entorno por este motivo. Y supe también hace poco del miedo que tuvo el cuñado de un amigo mío a aparecer en vacaciones en la tierra de su mujer porque habían tenido, accidentalmente, un tercer hijo. ¡Qué manera de inyectarse en forma de mandato incriminatorio una tendencia social! Miedo social provocado por el medio social: éste es el tema.
domingo, 28 de septiembre de 2014
Las ranas
Me cuenta mi madre que el cura que predicó durante
la novena a la Virgen de la Saleta relató en una homilía lo que sigue: “Dos
ranas cayeron en un vaso de leche; las dos movían sus ancas desesperadamente
para salvarse; una se cansó y murió ahogada; la otra fue más tenaz, más
consistente, y tanto batió sus ancas en la leche que ésta se convirtió en
manteca; entonces pudo apoyarse en ella, saltar y salvarse”. Después puso esto
en relación con la crisis de valores actual, diciendo que el que persevera en
un medio social que no lo sostiene termina por vencerlo salvándose a sí mismo.
Se trata, pues, de convertir la leche en manteca, lo líquido en sólido, para
tener puntos de apoyo que nos permitan sobrevivir. Si la rana se valió de sus
ancas, nosotros nos valdremos de la inteligencia, la voluntad, el deseo, los
sentimientos, nuestras herramientas humanas. Y ya no se tratará sin más de
sobrevivir sino de vivir sostenidos sobre lo que es digno.
(El vaquero)
(El vaquero)
viernes, 26 de septiembre de 2014
El emplasto
¿Cuánto durará el estado de shock? Y después,
¿cuánto el dolor insoportable? ¿Cuánto, finalmente, la desolación? Algún día,
con el emplasto de una fe en una futura resurrección, en realidad una
resurrección ya presente, comenzaría la remontada.
jueves, 25 de septiembre de 2014
Un encuentro
Puestos en el contexto en el que estábamos, pudimos
reconocernos el uno al otro, mejor yo a él que él a mí, pero sólo un poco
mejor. O nada. Bueno, es igual. El caso es que, cumplido el trámite del mutuo
reconocimiento, dimos en hablar de esto mismo, de cómo unos somos más
reconocibles que otros a lo largo de los años: unos cambian mucho, otros
cambian un poco, otros no cambian nada. Apareció en ese momento X y ambos
coincidimos en que ella era el ejemplo de la persona que, encontrada veinte,
treinta o cuarenta años después, sería reconocida de inmediato: sus rasgos
principales siempre serían los mismos.
Yo sabía que él se había separado; no hice preguntas a este
respecto porque la confianza no daba para tanto. Le recordé que había estado en
la casa en la que habían vivido en Silleda cuando su hija mayor no era más que
una cría de dos años. La conversación siguió después su curso, sus giros;
llegamos a hablar de la muerte: “acaso no sea algo tan importante”, dijo él, a
lo que yo repliqué: “la muerte es algo muy importante”. Finalmente, la parte
del león se la llevó los hijos, su educación. Yo, que no los tengo, sólo pude hablar
de vistas y de oídas. Él me refirió que con su hija mayor, una chica diez,
había pasado por ser en el instituto el padre perfecto de una alumna ejemplar;
pasaron unos años, su segundo hijo fue todo lo contrario -llegaron a expulsarlo
dos meses en el instituto-, y las tornas se volvieron: había sido entonces el
padre imperfecto de un alumno problemático. “Se equivocaron con esa medida: era
lo que él buscaba, dos meses de vacaciones; de paso, tuve que aguantar el
comentario de un profesor gilipollas que insinuó que el castigo también me lo
estaban propinando a mí; me callé, para no levantar más polvareda de la que
había”.
No por ser de Perogrullo dejan sus verdades de ser verdades. Una de ellas es que, al cabo, uno puede decir que “ha vivido”; todos podemos decirlo. Y haber vivido es haber aprendido, haber crecido, haber madurado. X, tantos años después, no parecía un hombre infeliz.
miércoles, 24 de septiembre de 2014
Como me ves, te verás
Siempre me veo en los ancianos: son el
espejo de mi futuro. Ya lo dice el dicho: “Como te ves, me vi; como me ves, te
verás”. Sí, este “como me ves, te verás”, cuando me cruzo con una persona mayor
(ahora casi todos son, “somos”, mayores), acude muy a menudo a mi cabeza. ¿Y me
veré como el anciano decrépito, encorvado, más lento que una tortuga, ausente,
un niño completamente envejecido? ¿O seré tal vez el anciano que goza de buena
salud, que anda derecho y ligero, con sonrisa ancha e inteligencia fresca? Ni
que decir tiene que en qué grupo quiero verme enrolado. Con un poco de suerte,
y juzgando por lo que observo a mi alrededor, a los 80 se puede estar todavía
razonablemente bien. Y si se tiene en cuenta que la esperanza de vida actual de
los españoles está en torno a los 82 años, uno podría llegar al final de los
días con una razonable buena salud. Más allá de esta línea estadística, quién
sabe. Aunque, claro, quién sabe también más acá de esta misma línea. El caso es
que puede que me queden 30 años de vida activa. A ver qué hago con ellos.
lunes, 22 de septiembre de 2014
El turista fotógrafo y el confesionario
¿Por qué va querer un turista fotografiar a
un cura confesando en un confesionario? Le ocurrió a Stefan en la catedral de
Santiago, y al darse cuenta salió del cubil a increpar al osado turista y
pedirle que eliminara la foto. ¿Será que esta persona nunca había vista tal
cosa y que encontró la escena la mar de interesante: un señor vestido de blanco
metido dentro de algo parecido a un armario y, delante, hombres y mujeres de
variada edad y condición arrodillándose y poniéndose a hablar con él? ¿Hablar de
qué, se preguntará el buen hombre, acaso un total ignaro sobre los asuntos de
la religión y más en concreto sobre los asuntos del catolicismo? Es un dato que
a lo mejor los guías turísticos tendrían que incorporar a su charla
informativa: “Esto que ven aquí es un confesionario. Recibe este nombre porque
dentro de él los católicos confiesan sus pecados (un pecado es algo que se hace
mal a ojos de Dios, de los demás y de uno mismo, robar por ejemplo) a un cura
(un seguidor de Jesucristo capacitado para realizar unas determinadas
funciones) para recibir el perdón de los mismos. Quien perdona es Dios. El cura
es sólo un intermediario. Las palabras que se pronuncian al final, en latín, la
llamada absolución, son éstas: ‘Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine
Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen’, que significa: ‘Yo te absuelvo de
tus pecados en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo’. ‘Oiga, pregunta
uno, ¿y quiénes son esos?’”
sábado, 20 de septiembre de 2014
En el Paradiso
Estuve otra vez con Stefan y Cornelia en el Paradiso. Este bar, sito en la Rúa del
Villar de Santiago, antes de ser de sus actuales dueños, fue de uno que vino de
Cuba y se trajo consigo el título de la novela de Lezama Lima, Paradiso, con el que bautizó a su
negocio. Es un bar pequeño, estrecho, sin luz exterior, con una decoración art noveau; grandes espejos, a modo de
paneles, lo cubren, los cuales tienen unas “manchas” que parecen dibujos de
países y que se consiguieron poniendo los espejos sobre una base de estaño a la
que se le había echado sal; el efecto logrado es muy bonito, una “suciedad”
decorativa que les sienta de perlas.
Fue idea de A., el actual dueño, y muy amigo de Stefan, el
prepararnos merluza a la romana, en honor a mi “cholesterin” (colesterol en
alemán; me hizo mucha gracia como sonaba, “colesterín”). Como en días
anteriores había dicho que no podía comer esto, y eso y aquello, se había
tomado la revancha y, ¡hala!, ¡menuda fuente de merluza, patatas y guisantes
plantó en la mesa! Regada con un buen albariño, nos pusimos a ello. El problema
es que, para hacerle los honores a plato tan dichoso y a su muy ilustre
cocinera, S., la mujer de A., no podía quedar nada en la fuente. Venga pues
otro poquito, y otro poquito, y otro poquito, hasta que no quedó nada. Lo
pagaría el día después.
Vino después la hora de las brujas, es decir, la de la
queimada. Apareció entonces Marc, un erasmus de Colonia al que habían conocido,
y que se trajo otras dos erasmus germanas, más un cuarto colega; no se querían
perder el evento. A. puso la cacerola de barro sobre el mostrador y le echó los
materiales: aguardiente, azúcar, cortezas de naranja y de limón y granos de
café. Después le prendió fuego y todos los ojos se clavaron en él. A. apagó un
momento las luces del local para que fuera más visible. Marc contó que en
Alemania hacían algo parecido con el ron. Cuando el aguardiente se pone oscuro
significa que está quemado, listo pues para servirse. Stefan leyó el conjuro y
las meigas quedaron conjuradas. Después nos lo sirvió S. en el correspondiente
pocillo de barro y, ¡hmm!, qué rico estaba, muy bien quemado y con su justo
punto de dulzor. Por si no hubiera habido bastante, apareció una tarta de
zanahoria cubierta con un magnífico manto de coco.
“De grandes cenas están las sepulturas llenas”, decía mi padre. Me levanté al día siguiente con una prominente barriga, toda ella gas. A lo largo de la mañana fue saliendo, a su muy acostumbrada manera.
viernes, 19 de septiembre de 2014
Retales de feria
La vida no es gloriosa, es tremendamente
humilde, se viste con retales de feria. ¿Será por esto que la amamos tanto?
jueves, 18 de septiembre de 2014
Los remedios
X. me estuvo hablando de su mal estado de
salud. No sabía que el año pasado había estado seis meses de baja por culpa de
una vértebra y del nervio ciático. Sólo con morfina pudieron calmarle el dolor.
Su hijo tuvo que ponerse al frente de la cafetería. “Menuda conversación te
estoy dando, ¿eh?” “Mujer, ¿qué hay de malo en hablar de lo que nos pasa?” Nada
de malo y mucho, mucho de bueno, sobre todo porque así se sale del propio
garito y aunque no se remedien por ello los dolores del cuerpo, tan concretos,
tan brutos, se remedia sin embargo algo la vida, que impremeditadamente nos
sale siempre al encuentro.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
Edipo
Una de las obras que vimos en la 17 Feria de Teatro de Castilla y León, en Ciudad Rodrigo, fue una
versión cómica de Edipo a cargo de la
compañía portuguesa Companhia do Chapitó.
Magnífica. ¡Esto sí que fue una optimización de los recursos! Tres artistas,
dos hombres y una mujer, sobre el escenario, y nada más, porque nada más les hizo
falta. Todos los personajes de la obra los representaron ellos solos, sin
descontar el perro de Tiresias, los caballos, una oveja, el viento... Sus
recursos expresivos y gestuales eran portentosos, sobre todos los de la actriz:
se comió con ganas los pelos -la hierba- de su compañero -la montaña- cuando
hizo de oveja; los relinchos, los soplidos y los movimientos de un caballo los
ejecutó a la perfección; el modo como puso los ojos en blanco cuando hizo del
ciego Tiresias fue otra demostración de fuerza, por no hablar del genio
corporal para componer con uno de sus compañeros la figura de la Esfinge. Versatilidad,
frescura, ingenio, convicción: nada les faltó y de todo anduvieron sobrados.
Los aplaudimos a rabiar.
Más tarde, cuando estábamos tomando algo en la plaza de la ciudad, alguien los vio y rompió a aplaudir. Nos sumamos todos los presentes. Nos habían regalado una hora tronchante.
martes, 16 de septiembre de 2014
El kiwi, otra vez
El kiwi se expande profusamente y una de sus ramas avanzaba decidida a entrar por la ventana del baño. Finalmente se dobló y ahora araña la pared continuando su curso hacia abajo. La agarré y la apoye un momento en el alféizar para ayudarla a consumar su intentona. “Esto no es un triunfo, señor, pero se lo agradezco de todos modos”. “Es lo menos que podía hacer por usted, señora”.
Este año trae muchísimos kiwis. Por su aspecto exterior, pilosos y pardos, pudiéramos considerarlos los hermanos menores de los cocos. Yo, que tomo siempre en mi desayuno un kiwi, me veo surtido ya para casi todo el invierno. En verdad, tengo que mostrarme muy agradecido con él: me cubre con su sombra en verano, viéndome leer, y me alimenta en invierno, ayudándome a despertar.
sábado, 13 de septiembre de 2014
La Venus de las pieles
La historia que cuenta la película La Venus de las pieles, de Roman Polanski, es interesantísima. Un
director hace una adaptación teatral de la novela homónima de Leopold von
Sacher-Masoch, “padre” del sadomasoquismo. Fuera de horario, a trompicones,
cuando el director está ya a punto de marchar, se presenta para hacer la prueba
una chica. Tiene el pelo mojado, el rímel de los ojos se le ha corrido,
protesta contra el mal día que lleva, y hace todo lo que puede para que el
director no se marche sin verla. Su insistencia acaba venciendo más
convenciendo a éste. Una vez situados sobre el escenario, las primeras palabras
de Vanda -tal es el nombre de la chica- representando su papel atrapan al
director. A partir de aquí comienza el juego dramático, en el que la
representación de la obra y las opiniones de ambos sobre la misma se van entremezclando,
mientras la frontera entre la realidad y la ficción se desdibuja cada vez más. Empezamos
a sospechar que Vanda está ejecutando un plan (no queda claro si premeditado o
no), apoyándose en el papel que representa, la mujer dominadora y sádica, hasta
culminarlo a la perfección: “castigar” al director y de paso a Leopold von
Sacher-Masoch por pretender un intolerable dominio sobre la mujer al
presentarla como un juguete en manos del varón, por más que parezca que no es
así. Vence a Masoch sirviéndose de Masoch, y
al director intercambiando con él los papeles de modo que él hace de
ella y ella de él en el tramo final de la película. Vanda, la Venus de las
pieles, se venga aquí en nombre de todas las mujeres.
Emmanuelle Seigner en el papel de Vanda está
sublime.viernes, 12 de septiembre de 2014
Un abrir de ojos
La lectura de ¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de
ojos, de Will Gompertz, me ha permitido comprender la evolución del arte
desde los impresionistas hasta la actualidad. Podrán gustarme más o menos unos
u otros estilos pictóricos pero ahora estoy en condiciones de tomármelos más en
serio, sin creer fatuamente y a la primera de cambio, sobre todo con respecto
al arte más reciente, que se me está tomando el pelo. Parte del entendimiento
de un determinado estilo hay que buscarlo en los que lo precedieron, en tanto
que plantearon problemas y cuestiones que sólo fueron resueltos y respondidos por
los que vinieron después. La obra de una artista, por más personal que sea, no
nace sólo de sí mismo sino también de los que pintaron antes que él: estos
siempre quedaron en un umbral que traspasarían los siguientes, en búsqueda de
soluciones y visiones pictóricas nuevas. Salvo que descubramos que
efectivamente lo es, ningún artista es fraudulento. Que no nos guste, que nos
irrite, que nos cause rechazo, es otra cuestión.
jueves, 11 de septiembre de 2014
Mi auditorio es el coche
Me ha acompañado Vivaldi mejor de lo que lo
había hecho Bach en días anteriores. Las
cuatro estaciones suenan siempre como si las escuchases por primera vez.
¡Cuánta es su frescura! Y no sólo ellas: otras piezas del compositor italiano
se convierten estos días en una pequeña fiesta. Después de mucho tiempo sin
escuchar música clásica he sentido de nuevo la necesidad de hacerlo. Mi
auditorio es el coche: por el salpicadero van pasando compositores e
intérpretes. En él, envuelto por la música, se va uno por la mañana al trabajo
y retorna a mediodía; es siempre un pequeño refugio, que te protege del calor y
del frío, y ya puestos de las inclemencias del mundo.
miércoles, 10 de septiembre de 2014
Emilio en la encrucijada
Como no puede volver a Maroua, en el norte
de Camerún, donde lleva nueve años, dado que el grupo terrorista Boko Haram
secuestra a los blancos para financiarse, mi amigo Emilio se encuentra en la
encrucijada. Le han ofrecido irse al sur del país, pero aquí la iglesia local
ya está bien asentada y no necesita la ayuda de curas misioneros. La otra
posibilidad, la más apetecible teniendo en cuenta sus intereses, es irse al
Chad, donde va echar a andar una nueva diócesis. Me pidió que rezara por él.
Tengo que acordarme de hacerlo.
martes, 9 de septiembre de 2014
Los pigmeos
Es vegetariana. Se pone unos vestidos lejanamente parecidos a
camisones que le sientan muy bien. Se desliza sobre plataformas que la hacen
ser más alta. No se enfada nunca y es de sonrisa fácil. Tiene un pelo
negrísimo sin una sola cana. Querría estar siempre con tribus primitivas,
preferentemente africanas. Este verano convivió durante algunos días con una
tribu de pigmeos. Un día, con otros tres amigos, se fue a pescar con ellos.
“Fue el día más feliz de mi vida. La emoción me hizo llorar”. La vuelta al
trabajo no le ha resultado fácil. “¿Por qué existirá la realidad? ¿No es una
pena que no me cause ninguna alegría el reencuentro con los compañeros de
trabajo, exceptuados algunos de ellos? ¡Qué sensación de déjà vu! ¡Con lo corta que es la vida!”
¿Qué la impulsará a visitar tribus primitivas? ¿La búsqueda de algún tipo de inocencia, de pureza? Porque el mero interés antropológico no me parece razón suficiente.
lunes, 8 de septiembre de 2014
Ciudad Rodrigo: amigos, teatro
Me reuní con Emilio en Ciudad Rodrigo, a
donde había acudido con un amigo que iba a su vez a visitar a un amigo
mirobrigense; se presentó también otro amigo del amigo de Emilio, vecino de
Tordesillas. Los conocía a todos pues fueron compañeros míos en Salamanca.
“Estamos igual pero más mayores, ¿verdad?”, les dije, lo cual era cierto.
Rodando todos los cincuenta, unos por arriba y otros por abajo, no estábamos
todavía en edad de mostrar grandes deterioros ni estragos, sólo arrugas en las
comisuras de los ojos, canas en abundancia y algunos quilos de más en alguno de
los casos. Manteníamos nuestro genio y figura: lo que había cambiado es que
éramos más sabios, sabíamos más
acerca de la vida. Hay que ser muy cerril para que esto no ocurra. Me causó una
gran alegría volver a verlos, quince o veinte años después. Retroceder en el tiempo
hasta nuestra época salmantina fue inevitable y unos a otros nos lanzamos un
“¿qué fue de éste, qué fue de aquél?” Pero no hubo ni un atisbo de nostalgia,
sólo curiosidad. Estábamos todos muy en nuestro presente, cada uno en el de su
ínsita biografía, y así seguimos en nuestra estancia en Ciudad Rodrigo. Tenía
lugar la 17 edición de La feria de teatro
de Castilla y León y nos zampamos ocho funciones; visitamos la exposición
dedicada a los 800 años de la supuesta presencia de San Francisco en esta
ciudad salmantina; nos paseamos también por el originalísimo museo del orinal,
único en el mundo junto con otro que hay en Alemania; enfrente, la Catedral
ofrece una joya, su espléndido pórtico, y una curiosidad que no me resisto a
contar: en el coro, magnífico, una mano pícara talló un enorme falo; si se
sube al piso superior por la escalerilla izquierda, el que es diestro apoyará
la mano en él si quiere ayudarse a subirla, sin imaginar qué es lo que le está
sirviendo de apoyo; y es que si nadie te advierte de su presencia pasa
completamente desapercibido. Nosotros estábamos al tanto de su existencia
porque en una visita anterior, hace más de veinte años, el guía de entonces
quiso contárnoslo como quien cuenta un secreto; que nadie me pregunte por qué
merecimos estar al tanto de este secreto. Una vez que lo sabes se te agolpan
las preguntas: ¿quién lo esculpió: el maestro Rodrigo Alemán, uno de sus
obreros? ¿Y por qué: es una picardía, un conjuro, una sinvergüencería? En el
románico, los canecillos representaban a veces figuras obscenas. Jiménez Lozano
tenía una explicación para esto. ¿La tiene alguien para el falo del coro de la
catedral Santa María de Ciudad Rodrigo?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)