El que contempla no escudriña, decía aquí.
Los propios vocablos se adecúan a sus significados. Así “contemplar”, con sus
vocales abiertas, señala magnas latitudes, grandes espacios, que sólo pueden
ser contemplados y no escudriñados. “Escudriñar”, por el contrario, con esa “u”
y esa “i”, vocales cerradas, con ese “cudri” que parece un bisturí, apunta a
algo pequeño, cerrado, a lo que hay que acercarse mucho para verlo, para
es-cudri-ñarlo, nunca para contemplarlo.
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