Me había olvidado de cuán extenso es el cielo en Castilla. Sin
montañas que lo acorralen, se alarga hasta un horizonte mucho más lejano que el
de Galicia. Las puestas del sol, por la misma razón, obtienen mayor holgura,
más profundidad, y las nubes, más espacio.
El hombre que nace, vive y muere aquí tiene por
fuerza que ser distinto que el que nace, vive y muere en Galicia.
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