martes, 30 de abril de 2013

Bajoplano



No me parece apropiado calificar de altoplano la etapa de mi vida en la que ahora estoy -48 años-, porque en él sopla un viento fuerte que te empuja y te hace avanzar muy rápido, figura de un tiempo que seguiría pasando vertiginosamente. Se trata más bien de un bajoplano en el que el aire se mueve con lentitud: un tiempo, quién lo diría, de nuevo remansado, como el que vivimos cuando somos niños.

lunes, 29 de abril de 2013

Manías



Tras decirle que nunca más le cogería manía a nada ni a nadie, CB me respondió que las manías pueden alertarnos del desvío o equívoco de aquello que las despierta en nosotros. Pensé entonces en las últimas que había tenido y, en efecto, en ambos casos era, y es, para mí claro el error al que apuntaban: en un caso se trata de un proyecto político y en el otro de un sistema intelectual. Con todo no quiero que se encarnicen hasta el punto de que, convertidas en aversión intelectual, me dejen a las puertas de otro tipo de aversión nada recomendable.

lunes, 15 de abril de 2013

El fracaso de la inteligencia



En mis últimas lecturas la indocta ignorancia, el tópico falseador, el prejuicio que se resiste al juicio que lo contradice, la desidia para aventar las mentiras, han sido temas recurrentes. En No siempre lo peor es cierto, de la historiadora Carmen Iglesias, en Tantos tontos tópicos, de Aurelio Arteta, en Los “Tiempos Recios” del Arzobispo Carranza. Monarquía-Papado I. Carlos V y Felipe II, “Columnas de la Iglesia”, de mi añorado José Ignacio Tellechea Idígoras, en Todo lo que era sólido, de Antonio Muñoz Molina, traído por un tema o por otro, al hilo de cuestiones distintas, el afán de no saber, la voluntad de no ver, el poder imponiéndose a la verdad, el “siempre ha sido así y así seguirá siendo”, el nacionalismo practicando su acostumbrado victimismo frentista, la ideología venciendo a la idea, el tópico resistiéndose a ser corregido por lo ectópico, la discrepancia vista siempre como ataque, el sentido común apareciendo como el menos común de los sentidos, la pertinacia en la insensatez, en suma, como diría José Antonio Marina, el fracaso de la inteligencia, me ha salido al paso una y otra vez.

sábado, 13 de abril de 2013

El corazón encima de la mesa



Comentaban la impericia de los varones para hablar de esos capítulos de la propia vida a los que siempre acompañan emociones, sentimientos o afectos íntimos. Decía A. que cuando estaba con sus tres compañeros de trabajo, en el presente ya sus amigos, siempre quedaba con la sensación de haber sido impúdica al tratar de algún asunto afectivo de su vida. Tal vez con la excepción de J., X. y X. nunca daban noticia de sus contenidos del corazón. Yo me acordé entonces de una información periodística leída hace un montón de años que versaba sobre el “analfabetismo emocional” de los varones. A., sin conocerme mucho, intuía que yo no entraba en esta lista e intuía bien. No soy introvertido a tales efectos: pongo el corazón con facilidad encima de la mesa.

jueves, 11 de abril de 2013

La margarita



Fue en pleno duelo tras su divorcio cuando conoció a E., que le brindó apoyo y alivio. Más tarde, cuando ella lo necesitó, fue él quien le correspondió con las mismas armas. Lo uno y lo otro los hizo grandes amigos. E. me puso en antecedentes con respecto al enamoramiento en el que anda ahora flotando. Se trata de una compañera de trabajo y él ya ha iniciado su cortejo. Mi amiga S., amiga de E., y ya después amiga también de él, es, digámoslo así, su tutora en estos primeros lances amatorios. Resultó enternecedor oírle contar la historia de la margarita encontrada en la calle y convertida después, tras un previo proceso embellecedor, en la carta de presentación de su amor. Y es que ella, claro, se llama Marga. No hacía ni siete horas que lo conocía, tras presentármelo E., y ya le estaba pidiendo, al despedirnos, que permitiera a S. y a E. que me mantuvieran al corriente de su aventura amorosa.