viernes, 25 de enero de 2013

Discutir



Si añado por mi cuenta una tercera acepción a la palabra “discutir” (Las otras dos según la definición del Diccionario de la Real Academia Española son: “1. tr. Dicho de dos o más personas: Examinar atenta y particularmente una materia. 2. tr. Contender y alegar razones contra el parecer de alguien”) que diría algo así como “3. Encenderse el ánimo, salir fuera de sí, a causa de una disputa”, puedo decir que
siempre que en una discusión-1 preveo que puedo acabar discutiendo-3, dejo rápidamente de discutir-1 para no tener que discutir-3. Con X. esto lo llevo haciendo a rajatabla desde hace ya algunos años: como siempre que discutía-1 con él acaba discutiendo-3, lo que lastraba mucho mi ánimo y mi autoestima, corté por lo sano y sanísimo estoy a este respecto, sin que me cueste ya ningún esfuerzo retener mi lengua. ¡Qué paz! Esta medida la he ido aplicando en grados distintos dependiendo del tema de la discusión y las circunstancias: lugar, ambiente, personas...  Grande ha sido la ganancia -soy más feliz- y nada echo de menos. Pero ¿y las pérdidas? ¿Las hubo, las hay, las habrá? Francamente, no lo sé.

2 comentarios:

Cristina Brackelmanns dijo...

No creo que haya ninguna perdida, porque cuando se discute-3, como cuando te gritan o te hablan enfadado, no se oye. Mejor dicho, sólo se oye el tono.
Pero ¿cómo demonios se hace eso de dejar rápidamente de discutir para no tener que discutir? ¿Cambiando el tema? ¿Callándose y dejando al otro hablar solo? ¿Y si está mintiendo, o dando por sentado lo que está de pie, o burlándose, o diciendo tonterías con ínfulas de genio?
Sé que tienes razón, pero no sé como se llega a eso. Hace unos días leía la historia de Silvano del monte Athos, un místico ruso bastante reciente. Lo que más le agradecía a su padre, al que admiraba y consideraba mucho mejor que él, es que un viernes de cuaresma se comío un plato con carne que le había preparado, y sólo años después le dijo lo que había sufrido comiéndolo. Le preguntó por qué no había dicho nada, y el padre le dijo que no era el momento, que entonces habría herido sus sentimientos.
Bueno. Muchas gracias, Suso.

Jesús dijo...

Lo ido consiguiendo poco a poco, y no sabría decirte cómo. En realidad buscaba protegerme a mísmo de estados en los que no me reconozco y me dejan malparado. Mi perfeccionismo ha obrado en no poca medida en esta cuestión. Como siempre, busco la tranquilidad, aunque bien pudiera llevar buenas dosis de egoísmo escondidas esta busqueda mía.