martes, 31 de julio de 2012

De fuerte pegada


Ir o no ir a misa es también cuestión de gustos y de disgustos, en este caso con respecto al sacerdote: el que gusta puede recuperar a los que se habían marchado por causa del que no gustaba. En el caso que tengo presente es perfectamente entendible. El cura de una parroquia de aldea va envejeciendo y, a causa de la fe infirme y sin humanos asideros de las nuevas generaciones, va perdiendo el atractivo y la capacidad de enganche que ellas necesitarían para no bajarse del barco. Llega el nuevo y, no por nuevo sino por tener lo que esas generaciones precisaban para volver a embarcarse, las recupera. Pasó en C., como pasará en tantos otros sitios, una aldea cercana a Silleda, al morir Don X y venir en substitución de él K, un cura angoleño y saletino de fuerte pegada, cuyo logro debiera ser dar a luz creyentes con una fe que resista de por vida todas las “fealdades” de las humanas y eclesiales mediaciones.

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