miércoles, 4 de abril de 2012

Crecer


El equilibrio personal no puede ser a costa de desoír las demandas y llamamientos que la vida nos lanza a toda hora para seguir creciendo y haciendo más amplia nuestra morada. Si somos cubil tenemos que ser habitación, si somos habitación tenemos que ser casa, si somos casa tenemos que ser mansión, si somos mansión tenemos que ser castillo: siempre más, más grandes, más buenos, más abiertos. ¿Y cómo se conseguirá esto sin los desgarros y desequilibrios que traen consigo las dilataciones de un espíritu llamado a hacerse siempre más vasto? Aunque tampoco tengo por qué dudar de que haya hombres a los que les sea concedida una transición de una morada a otra suave, dichosa, sin apenas sufrimiento, como por una predisposición innata de su espíritu a crecer sin que tengan que hacerlo bajo la actuación “violenta” de algún tipo de dolor. Pero ¿en verdad existirán hombres o mujeres así?

4 comentarios:

Miriam dijo...

Desgarros que hacen crecer; tan cierto como doloroso
Saber que el sufrimiento implica avanzar hacia la verdad, tan cierto como esperanzador.

Miriam dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miriam dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miriam dijo...

Lo siento, la de los comentarios suprimidos soy yo. Tengo problemas con internet que unido a cierta impaciencia, ha hecho que el comentario inicial apareciera por triplicado.
Y al intentar borrarlos, ha quedado la huella; aun más chapucero.
Sorry