domingo, 8 de enero de 2012

Por caridad, ¿amistad?

¿Se puede seguir correspondiendo a una amistad por caridad? Fuiste amigo de alguien en unas determinadas circunstancias; éstas desaparecieron y entonces notaste, pasado un tiempo, que lo que ardía en ti con respecto a esa persona se ha extinguido. El interés de él por ti, en cambio, permaneció. Quieres que se dé cuenta de cuáles son ahora tus sentimientos no llamándolo, permaneciendo pasivo, que lea entre líneas, vaya, mas tal cosa no ocurre y no te ves capaz de seguir manteniendo tal actitud. Quieres afrontar el asunto y decírselo. Pero no te atreves, piensas en el daño que eso podría causarle, en la necesidad que pueda tener de ti. Continúas por eso siendo su amigo, mas con la sola caridad de un samaritano. ¿Qué diremos de este ejercicio de condescendencia? Animada por un buen principio, no es lo que una amistad requiere para que sea tal: la correspondencia en la que los dos amigos están al mismo nivel. Condescender no sería corresponder sino salirse de la elipse de la amistad y amar desde fuera de ella como alguien que se ha convertido ya en un lejano. No lo sabe él pero tú sí. Y no deja de ser una ofensa dar caridad a quien espera amistad.

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