viernes, 25 de noviembre de 2011

Triste uno, triste el mundo


A uno, muchas veces, le entristece lo que ve porque, previamente, ya estaba uno triste. No ocurre que vea y diga “qué triste es el mundo” para después entristecerse, sino justamente al revés: está triste y dice “qué triste es el mundo”. Y así con tantas cosas.

3 comentarios:

Fernando dijo...

Eso es exacto, Suso, porque el mundo siempre es igual, igual de bueno, igual de malo: así que debe ser uno mismo el que pone la belleza o la fealdad que vemos en él.

Kant puro, vaya.

Jesús dijo...

Mi comentario no iba por la vía kantiana. Hay bellezas que no ponemos de ninguna manera, sino que están ahi: la de una pantera negra, la de Ava Gardner, la de Pep Guardiola... En fin, qué sé yo.

¿Has leído a Kant?

Fernando dijo...

Sinceramente: no.