martes, 29 de noviembre de 2011

Todos los lunes


Cruzaron sus miradas y la llama prendió. Después todo se volvió un apartar la vista y volver a ponerla, si bien los intervalos en que se sostenían los ojos eran cada vez más largos. Alguien tendría que dar el primer paso, realizar una maniobra de acercamiento, si no querían que la ocasión fuese una ocasión tirada. El atrevimiento los ganaría, la timidez los perdería. X. se levantó y se acercó con una sonrisa a Y.
-Hola.
-Hola.
- ¿Pue…
-Siént…-empezaron a decir, tropezándose.
Pasaron diez años y vuelven a la misma mesa del mismo bar todos los lunes, a las seis, como aquel día.

Soldados


Una guerra sólo quedaría contada cuando todos y cada uno de sus soldados hubiese dado cuenta de sus miedos, sus esperanzas, sus sufrimientos, sus tensiones, sus cobardías, sus heroísmos, su hambre, su sed, su falta de sueño, su cansancio, y nos legasen así el espesor y la línea de sus rostros en el fragor y el silencio de cada una de las batallas.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Yo nací libre


Cada uno tiene sus ritornelos, esas fresas leídas un día y retenidas ya para siempre. Uno de los míos es el modo como se describe la pastora Marcela en el capítulo XIV de Don Quijote: “Fuego soy apartado y espada puesta lejos”, que me encandiló en su día y me ha vuelto a encandilar al escucharla de nuevo (Don Quijote de la Mancha es lo que ahora ocupa mis oídos, mp3 mediante, en mis caminatas). Se encuentra en su famoso discurso, a buen seguro uno de los más encendidos y bellos panegíricos de la libertad y la independencia que se  hayan escrito nunca: “Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. Los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos”.
“Yo nací libre”, y libre vivo, pudiera seguir diciendo Marcela, y libre querré morir. Toda persona puede y debe decir lo mismo: “Yo nací libre”. Después, con la misma rotundidad, debiera también poder decir: “Yo vivo libre”. Solo en las montañas, con su fuego y su espada, le será hacedero.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Zaqueo

Siempre una higuera, para ser visto por “un hombre cualquiera”, “uno de tantos” (Filipenses 2, 7), ese hombre Jesús.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Triste uno, triste el mundo


A uno, muchas veces, le entristece lo que ve porque, previamente, ya estaba uno triste. No ocurre que vea y diga “qué triste es el mundo” para después entristecerse, sino justamente al revés: está triste y dice “qué triste es el mundo”. Y así con tantas cosas.

Parrafista


“Párrafos”, contesto cuando me preguntan qué escribo, sin ánimo de esquivar la pregunta. Parrafista soy, como quien dice.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una gota de placer


Los espirituosos que tenemos en casa fueron regalos de unos y otros, no acopio deliberado por nuestra parte para obsequiar a los invitados. No hay más de doce o trece botellas, y están en el aparador del comedor. No sé que me llevó un día a huronear por allí y pensar: “esto está aquí perdiendo el tiempo”. Pero no las agarré y me deshice de ellas sino que, tras buscar y encontrar los que eran licores o vinos dulces, cogí uno y lo puse en la nevera. Al terminar de comer, me levanté, cogí dos copas y le dije a mi señora madre: “mamá, ¿apetéceche unha copichuela?”. “Pois sí, pero só un pouquiño”. Desde ese día un hilo de licor, tras comer, endulza nuestras entrañas y aumenta con su gota de placer la felicidad del día.