martes, 23 de agosto de 2011

Camerún 1: estuve

Se puede ver sin llegar a estar. La vista es parte de algo más grande y profundo, la estancia, sólo posible si algo, o mejor, alguien nos arraiga allí donde vamos. No sólo vi sino que estuve en una zona de Camerún gracias a mi amigo Emilio, misionero en este país africano desde hace cinco años, concretamente en Maroua, una ciudad de doscientos cincuenta mil habitantes situada en el norte, entre Nigeria y Chad. Un lugar es lo que son sus moradores. Sin el contacto con los segundos no hay arraigo en el primero. Al presentarnos y darnos a conocer a amigos, parroquianos y conocidos, sin más barreras que las exigidas por la educación y el respeto, hizo posible que Ana y yo fuéramos algo más que turistas que pasan y sólo ven: viajeros que, en su paso por el lugar, echan las raíces que nunca echarían los primeros.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonitas fotos... Yo estuve gracias a Emilio, y gracias a ti.

Anónimo dijo...

Un viaje muy profundo al interior del ser, para empaparse de humanidad. Espero que lo disfrutases.

Ricardo.

Jesús dijo...

Y gracias a ti, Anónimo 1, completamos un triángulo que disfrutó de lo lindo.

Jesús dijo...

Lo disfrute, Ricardo, mucho. Con diferencia, el mejor viaje de mi vida.
Gracias.

Anónimo dijo...

Un plaisir.

Jesús dijo...

Usoku, ma chérie.