lunes, 18 de julio de 2011

El polvo de la huida


Sucio su rostro por el polvo de la huida, los ojos sobresalientes de Louise se fijan en los que, apostados tras una ventana, la miran, pareciendo que preguntan: “¿qué buscas, quién eres, Louise?” Es un momento quieto, cumbre, roto bruscamente por Thelma, que, tras el atraco que acaba de cometer, corre hacia ella al tiempo que a gritos la urge a encender el Ford Thunderbird. Continúan su huida hacia el sur, rojas, sucias, bellísimas.

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