miércoles, 29 de junio de 2011

Del infierno y del cielo


“En el cristal de un sueño he vislumbrado
el Cielo y el Infierno prometidos:
los colores y líneas del pasado
definirán en la tiniebla un rostro
durmiente, inmóvil, fiel, inalterable
(tal vez el de la amada, quizá el tuyo)
y la contemplación de ese inmediato
rostro incesante, intacto, incorruptible,
será para los réprobos, Infierno;
para los elegidos, Paraíso.
(Jorge Luis Borges, del poema Del infierno y del cielo).

“Tal vez el de la amada, quizá el tuyo”. Pero si el rostro que aparece es “el de la amada”, ¿no ha de ser el cielo el que comparezca, patria sólo de los que amaron, aquéllos que puedan decir: “yo, en la tierra, amé, me vi en un rostro que no era el mío”, mientras que si aparece el propio, señal será del infierno, patria de los que no amaron, los que sólo podrán decir “yo en la tierra no amé, no me vi en ningún otro rostro que no fuera el mío”? Borges no liga con exactitud uno u otro rostro al cielo o al infierno, lo cual, hermosa vacilación, le concede al poema una mayor amplitud.

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