sábado, 30 de abril de 2011

PAZ, amigo Sábato

          
  “Ernesto Sábato
    quiso ser enterrado en esta tierra
    con una sola palabra en su tumba
 PAZ”*

Espero que, no sólo como palabra sobre tu tumba, sino como vida más allá de ella, hayas encontrado al fin la PAZ, amigo Sábato.

*Abbadón, el Exterminador. El propio Ernesto Sábato se incluye a sí mismo como personaje en la que fue su última novela, Abbadón, el Exterminador (1974), y como tal muere en ella.

miércoles, 27 de abril de 2011

Escuela y parroquia

Los tres niveles del hombre por los que tiene que pasar la fe para que sea tal son la razón, el corazón y la acción. En la escuela pública, una clase de religión empieza y termina en el primer nivel, el de la razón. El objetivo que se persigue es el conocimiento intelectual por parte del alumno de los contenidos de la religión católica. A tal fin dirige sus esfuerzos el profesor, que no tiene que hacer profesión de fe para darla a creer, sino de capacitación intelectual para darla a conocer. Intentar lo primero es transgredir los límites académicos de un centro docente público y convertir el aula en una sucursal de la parroquia. Será en ésta donde el cura y los catequistas transmitan la fe a fin de hacer de los catequizandos discípulos de Cristo que conozcan, amen y actúen. La credibilidad de la iglesia pasa también por la delineación de los diferentes contextos y el atenimiento riguroso a ellos. Los curas y catequistas que sean profesores de religión católica, en el momento en que entren en un aula, deberán colgar la sotana y ponerse la toga, prescindir de su experiencia individual como testigos y apelar como maestros a la universalidad de la razón.

martes, 26 de abril de 2011

Ver la música

No puedo escuchar música clásica si al mismo tiempo no la veo. Lo primero sin lo segundo, a día de hoy, me aburre. Ya hablé de ello aquí. La audiovisión del concierto del pasado lunes 18, en la iglesia de San Agustín, en Santiago, a cargo de The New London Consort, me confirmó en mi necesidad de una experiencia visual de la música, atenta a los gestos, las expresiones y los movimientos de los concertistas, los vocalistas, del director. Una de las arias, por ejemplo, fue una experiencia inigualable por lo que audioví: por un lado la soprano, una mujer de expresión dulcísima, cuyos emocionados transportes revelaban hasta qué punto estaba viviendo su canto; por el otro la violinista, cuyos ojos cerrados mostraban la absorta profundidad desde la que nacían los acordes de su violín. La música era todo esto, no sólo las vibraciones del aire, sino las de la carne de quien tocaba y quien cantaba. Esta carne en acción se pierde en la mera audición privada. Sin la primera, la segunda no me llega.

lunes, 25 de abril de 2011

Río y gota

El escritor río escribe muchos libros, durante muchas horas al día y con gran facilidad. El escritor gota escribe unos pocos libros que él prefiere llamar libritos, durante no más de dos o tres horas y como puede.

En el paraíso

El paraíso no se marchó nunca de nuestros corazones, por eso nos crucifica no vernos ya en él. El sol que ahora luce quiere instaurarlo, se le notan las ganas y la prisa, el “de hoy no pasa” que parece anunciarnos. ¡Ay, sol mío, que grande es tu deseo de decirnos también “hoy estaréis conmigo en el paraíso”!

domingo, 24 de abril de 2011

Heridas en el cielo

¿Y si las heridas son prendas de gloria que no desaparecerán en el cielo, como vemos que la resurrección de Jesús no borró la suya de su costado? Pero entonces tendrán que ser como la del Maestro, la marca de quien se ofreció como víctima en beneficio de sus hermanos.

Un fuerte abrazo pascual a todos.

viernes, 22 de abril de 2011

La suprema acción de la Pasión

Jesús no detiene el golpe del mal sino que lo asume para que le explote dentro, no se extienda su onda expansiva y se desintegre. Sin reactivo, el mal queda desactivado; sin contragolpe, queda golpeado. La pasión como falta de reacción supone el culmen de la acción del león de Judá, ahora cordero degollado. La vindicación de Jesús por Dios al resucitarlo da por buena -por divina- la lucha de Jesús y la convierte en regla de oro de toda lucha: se actúa contra el mal como leones e, in extremis, se padece contra el mal como corderos.
La vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús ha arrancado de cuajo el árbol del maligno y sus raíces ya no pueden alimentarlo. Lo que vemos y sufrimos mientras tanto, hasta que la victoria se haga del todo visible cuando Jesús vuelva en todo su poder, es la agitación de sus ramas en agonía, que en sus estertores puede parecer que muestren un poder absoluto. Pero es sólo, aunque terrible, la desesperación de quien sabe que se está muriendo, que ya está muerto.
Sobre este esquema, y hasta el final de los tiempos, habiéndole sido ya saqueada al fuerte su casa (Mateo 12, 29), continuará la lucha de un bien que se sabe ya vencedor.

jueves, 21 de abril de 2011

Sobre "La razón y el tabaco", de Alejandro "Albayalde"

A Alejandro le debo un comentario, por razones que él ya sabe, a su entrada La razón y el tabaco. Una mala peripecia como comentarista en su blog quiero repararla aquí. Sirva esto de explicación introductoria de lo que sigue.
Dices, Alejandro, que “superar un vicio es deshacerse de una parte muy real de uno mismo”. Es cierto. Pero por muy real que sea, que lo es, no es realizadora de ese uno mismo; lo desrealiza en la medida que funde sus posibilidades de ser más y de ser mejor. El vicio sólo nos constituye para destituirnos de nuestro mejor yo. Las “severas consecuencias teológica y éticas” no serían otras, pues, que las que acarrearía deshacernos en el vicio o rehacernos sin él.
Reflexionas más adelante sobre lo desolador que sería para el Yo carecer de “la ausencia de la pulsión”. Cito el texto completo: “La razón se retira tan pronto como no tiene ningún obstáculo que vencer. Esto lo sabía Fichte cuando afirmaba que sólo hay Yo en la medida en que se pone a sí mismo un NoYo. Sin esa tensión, compulsiva ella misma y en realidad neurótica, la imagen de un yo estable y distinto del mundo pierde consistencia”. Pero esa “pulsión”, ese “obstáculo”, es “NoYo”, esa “tensión”, sin los cuales el yo perdería “consistencia”, ¿resultan únicamente de las tentaciones, de las invitaciones que nos cursan las realidades negativas, de las atracciones del mal en definitiva? En la lucha contra todo esto, sin duda, el yo tiene materia bastante y sobrante para resistir, luchar, vencer acaso, y así realizarse. Pero, ¿y los desafíos de las realidades positivas? ¿No es el mundo entorno, personas y cosas, una resistencia que obliga al yo a mantener las distancias y al mismo tiempo una invitación a construir desde él nuevos mundos? El hombre en cuanto ser creador, ¿no se pone en tensión para realizar los proyectos que se propone, sus ilusiones y sueños, erizados de dificultades que tendrá que resolver? ¿No bastaría esta “tentación” del bien, de la belleza, de la verdad, para que al Yo no le faltasen nunca pulsiones y obstáculos, cuyo fin sería la creación de nuevas realidades? Además de un NoYo, ¿no hay también, y sobre todo, un MásYo que tira de nosotros para arriba y nos levanta de un Yo perezoso y autocomplaciente? No entiendo por eso el final de tu reflexión, que me deja fuera de juego porque, salvo que hagas de él un uso retórico, me resulta inaceptable: “… para reconocer que sucumbir a la tentación es, sin duda, mucho más valioso que haberse desprendido totalmente de ella”. Si esta afirmación no sale del ámbito del que partías, fumar o no fumar, pues vale. ¿Pero y si el ámbito fuera el de mentir, robar, matar?

miércoles, 20 de abril de 2011

Elección

Me habían bloqueado la salida del garaje. Estaba bien clara la línea amarilla, pero el conductor, o la conductora, la había obviado. Sobraban sitios donde aparcar. Enfrente había un campo de fútbol, donde se jugaba un partido, y la zona se había llenado de coches. El propietario, o propietaria, del vehículo interceptor estaría en las gradas. A Dios gracias, en ese momento el partido había llegado a su fin y bastaba esperar un poco para que apareciera el dueño, o dueña. Ante mí se abrían dos posibilidades: 1) Esperar tranquilamente a que se presentara y, si acaso tardaba un poco, acercarme y dar con el conductor, o conductora para, con amabilidad, pedirle que retirara su coche. 2) Dejarme ganar por la impaciencia, entrar en el campo, pegar un berrido informando que había un coche rojo obstaculizando la salida del garaje, ver acercarse corriendo a una chica, perdonarle la vida con arrogancia por no haber llamado a la grúa, escuchar como decía “tranquilo hombre, perdón”, observar como una amiga, a veinte metros de distancia, me censuraba con la mirada y un “tranquilo, tío”, comérmela con la vista durante varios segundos con mis ojos dominantes puestos en los suyos, darme la vuelta con porte fiero y firme, subirme al coche y marchar.
¡Cómo embriaga el poder!

martes, 19 de abril de 2011

Clumperramos

Anteayer, 17 de abril y domingo de ramos, a los que me llamaron para felicitarme por mi cuarenta y seis cumpleaños, yo los rectificaba tal que así: “no, no, cumplerramos, 46 cumplerramos” (aquí no debieran haber faltado unos versos cursis que hablasen de los años como ramos que saltan del tronco de la vida…, y llorar un poquito). “Hala, ya está Suso pariendo”, me soltó mi cuñada Mude tras cantarme el “cumpleaños feliz” desde Asturias, a coro con el resto de su familia y la de mi hermana Lucía. Como la parida no había terminado ahí, les conté lo que después había llevado a cabo. Del ramo de laurel que había traído de misa, arranqué cuarenta y seis hojas y las puse sobre la rosca que había comprado mi madre. Nos servimos después una copa de excelente jerez, comprado en su día en Chiclana de la Frontera, y mi cámara sobre el trípode inmortalizó el momento. Habría estado bien que después hubiese soplado para dispersar las hojas de laurel por los cuatro puntos del planeta. Los de Asturias me rieron la gracia y, en mi honor, dijeron que soplarían 46 imaginarias velas. “No hace falta que sean velas; que sean 46 de lo que sea, eso sí, exactamente 46, ni 45 ni 47”. Mis sobrinas Irma y Alba se pusieron entonces a desflorar el parque de Avilés donde se encontraban.


lunes, 18 de abril de 2011

Soledad, compañía

Yo necesito de las dos felicidades, la que me da la soledad y la que me da la compañía. En la primera me siento un vagabundo de la ensoñación y la mirada, del pensamiento y la meditación. No es la soledad por la soledad sino la soledad por lo que sólo con ella es posible. Más que fin, es medio. En la segunda, me alegro con la luminosidad de los rostros, situado por ellos, alimentado y sostenido. Son siempre fin y nunca medio. No me sirvo de ellos sino que necesito su servicio, lo imploro, para ir de su mano por los caminos de la vida. Sabiéndolos cerca, en el hábito de mi soledad estoy erguido.

sábado, 16 de abril de 2011

Su reina

A la madre anciana los hijos la coronan, la sientan en el trono, la cubren con un manto regio, le entregan el báculo. Uno tras otro, primero el mayor y a continuación el resto, se postran ante ella para recibir su bendición. En círculo después a su alrededor, los corazones en alto, son los paladines de la que ahora es también su reina.

viernes, 15 de abril de 2011

Desistimiento

De unos amores no estás solo pero de otros sí. Gracias a los que tienes te olvidas muchas veces de los que no tienes. El resto de las veces sientes la soledad en que te deja ese amor que no ha venido a por ti, o que sí vino pero tú rechazaste, y que ya no sabes como buscarlo por haberte instalado en el desistimiento.

miércoles, 13 de abril de 2011

Inclinado

Cuando de la escritura a mano se pasó a la escritura con el teclado, primero en las maquinas de escribir y después en el ordenador, se perdió la postura que exigía la primera, la inclinación de la cabeza sobre el papel y lo que con ello quedaba simbolizado, la carga que es siempre la escritura cuando lo es de verdad.

Frialdad

A fuerza de no quemarse murió helado.

lunes, 11 de abril de 2011

Huecos

Dependencias que creías superadas vuelven a ti, para recordarte que los huecos de siempre son huecos para siempre.

domingo, 10 de abril de 2011

Aquella chica

Era una chica un tanto rara que te miraba con una extraña fijeza. Algunos, cuando hincan en ti su mirada, te clavan en un corcho como si fueras un insecto; otros, te absorben. Lo de ella era distinto. Su fijeza parecía proceder de una pobreza, de una necesidad interior. Reflejaba, me parece, su desvalimiento. Ya no recuerdo su nombre. Dos avatares en su vida habían sido claves. Por un lado, la relación con un hombre casado, un embarazo, y la ida a Londres a abortar. Cuando alguien te cuenta algo así, sin que medie una estricta amistad sino una mera relación de afecto, es que en verdad necesita contarlo porque le escuece por dentro. Me pregunto ahora si fui yo la primera persona en saberlo. Lo otro fue un accidente de tráfico al que sobrevivió. Ella creyó ver en este volver a nacer la llamada a hacer algo que habría de definir su vida, pero todavía no lo había descubierto. Daba clases particulares de piano y quería ser profesora de música. ¿Qué habrá sido de ella?

Lo que pueda darnos

El entusiasmo por una persona no ha de ser tanto que esperemos que nos vaya a dar todo lo que necesitamos, salvo que seamos muy conscientes de que si está en disposición de darnos algo será lo que le sea posible como ser humano y nada más que ser humano. Una esperanza que fuese más allá de esto, además de un error, sería también una injusticia contra esa persona.

sábado, 9 de abril de 2011

Dentro, fuera, medio

Si estás dentro, quieres estar fuera.
Si estás fuera, quieres estar dentro.
No sé yo si es solución
quedarse en el medio.

miércoles, 6 de abril de 2011

El cariño del público

La gente del espectáculo, actores, cantantes, habla una y otra vez del “cariño del público” sin el cual nada sobre el escenario tendría sentido. El blog también lo es. ¿Es por esto que las entradas se llaman “entradas”, porque uno entra en escena, en acción de palabras? Y sobre el escenario, el que sea, ¿quién no necesita de ese cariño, el del señor con bigote que está en la segunda fila, el de la chica con piercings en la nariz de la cuarta, el del mozo atildado que se sienta en la primera? Casi todo lo que se hace se hace para que alguien lo apruebe, lo reconozca, lo haga suyo, es decir, para que te aprueben, te reconozcan, te hagan suyo, para que te quieran, vaya. No hay que darle más vueltas. El sensiblero que un día me pareció Gabriel García Márquez cuando dijo que él escribía para que le quisieran ha dejado de parecérmelo desde hace ya bastante tiempo.

martes, 5 de abril de 2011

Con las dos manos

Mi sobrino Maino da la paz con las dos manos, estrechando entre las suyas la del otro. Este tipo de apretón, que supone un plus de calor y de ternura, nunca lo había visto en un niño, sólo en personas mayores. Me sorprendió y me agradó muchísimo cuando lo vi por primera vez. Ahora tampoco a mí me llega una de mis manos para recoger las babas que me caen.

lunes, 4 de abril de 2011

Amor de perro

Sobre la nieve y por una calle vacía se aleja, desolado, Mario (Marcello Mastroianni) en el final de Noches blancas, de Luchino Visconti, cuando un perro blanco, tan perdido como él, se le acerca en busca de un poco de cariño. Mario, sin nada que dar, le da lo que tiene, una caricia y un tácito “ven conmigo, perrito, y nos lamberemos el uno al otro nuestras pobres heridas”. A Umberto D. (Carlo Battisti), en Umberto D., de Vittorio de Sica, lo salvará de su intento de suicido su fiel Filke, su única compañía en este mundo, que le ladra con desesperación porque intuye lo que su amo va a hacer cuando el tren se acerque. Su ladrido desesperado es la vida que le llama y Umberto vuelve a ella, vuelve a Filke. Dos finales de cine, que no son nada al lado de los miles de casos reales que podrían ser contados por sus protagonistas, hombres y mujeres a los que sus perros salvaron cuando ya estaban al borde del abismo, los que los velan cuando, muertos, yacen en sus tumbas. En sus Prosas propicias, Luis Felipe Vivanco escribió que “el perro es el Hijo” (arrimo el ascua a mi sardina, porque el contexto de esta afirmación es diferente, aunque no tanto, del mío). ¿Ha de extrañarnos, viendo como son los perros, viendo lo que fue el Hijo?

domingo, 3 de abril de 2011

Funny Games

En Funny Games, de Michael Haneke, dos jóvenes se dedican a jugar, a divertirse, como el título indica, ejerciendo el mal de forma pura y gratuita, endemoniada en definitiva. Ninguna otra película me mostró con tan insoportable verismo lo “divertido” que puede ser jugar a ser malo. La gamberrada se convierte en la forma suprema de ejercer el mal y el mal en el argumento supremo del gamberro. Aterrorizar, matar divirtiéndose, hallando placer en ello, es uno de los modos de la perversidad extrema, o el modo sin más. No sé si hay más iniquidad aquí o en la práctica del mal con indiferencia, sin prestar atención, la del mafioso de turno que dice “matadlo” casi sin enterarse pues está a otra cosa, su partida de póker. En el primer caso la víctima vale como juguete, en el segundo ni eso. Da escalofríos asomarse a estos abismos.

(Añado, como nota personal, que ninguna otra película me causó tanta tensión psicológica, me lo hizo pasar tan mal como ésta. Juré no volver a verla. El placer del cine se trocó aquí en pura tortura).

Desde mi ventana

Gracias a la ventana de la cocina, después de comer y antes de ponerme a fregar, descanso la vista en las gallinas, las plantas, el roble joven del fondo, el kiwi, las flores. Gracias a la puerta acristalada y al balcón de la habitación donde escribo y leo, descanso mi vista en la Escuela de Música, las Casas Baratas, los edificios de tres pisos y uno de cuatro que dinamitaré algún día, y, sobre todo (¡como un guante cae aquí está locución!), en el cielo. ¡Qué sería de nosotros sin las ventanas! Son los ojos de las casas: lo que ven ellas lo vemos nosotros a su través. Desde mi ventana podría ser el título de nuestra vida, o Desde mis ojos, que viene a ser lo mismo.

sábado, 2 de abril de 2011

Nunca se sabe

Menos mal que es coplero,
si no a ver como se aguanta
toda la muerte que guarda
el Nunca se sabe de Escudero.