sábado, 31 de julio de 2010

Obedecer

En muchos momentos de nuestra vida son los otros los que, al recordarnos quienes fuimos, nos impelen a seguir siendo el que debemos ser. Nuestro ser decaído, desaparecido, a su voz se levanta poco a poco de nuestro fondo, más obediente que animado, pero por eso mismo en el buen camino de la recuperación. Lo decimos normalmente con otros muchos nombres, más caros a nuestro oídos, pero es obedeciendo como llevamos adelante nuestra vida. Siempre es en cierto modo una voz de mando, suasoria y suave las más de las veces, la que nos reconduce y concede de nuevo el aliento. Aunque es una dura ley de vida la que en tantas ocasiones planta su mandato, en otras muchas ansiamos obedecer al que sepa y quiera llevarnos.

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