jueves, 31 de diciembre de 2009

Sin hojas

La carne inverniza, sin hojas que opongan resistencia, deja que el Espíritu la atraviese. Purísima carne entonces, cuya desnudez ya sólo puede vestirla Dios.

lunes, 28 de diciembre de 2009

El tiempo

El tiempo se cansa de correr y busca un escondite en los corazones de la gente. Quiere aquietarse, amansarse un poco. ¿Sabremos darle ese cobijo? ¿Será nuestro corazón ese vivaque de hondas y lentas palpitaciones que al tiempo calmen? Bastará con que estemos de verdad donde estamos, que seamos de verdad lo que somos.

martes, 22 de diciembre de 2009

Destino

Los que echan mano del “destino” para dar cuenta del porqué de determinados hechos, sobre todo de los especialmente luctuosos, lo hacen porque no aceptan que tales acontecimientos queden al abrigo del mero azar, como desgobernados, sin nada ni nadie que lo justifique. Quieren procurarles un sentido para, de algún modo, poder encajarlos. Los sucesos dichosos encajan por sí solos, no necesitan ayuda metafísica ni religiosa de ningún tipo, a no ser para apuntalarlos y otorgarles profundidad y perennidad. Su dicha es ya su sentido y no hay más vueltas que darle. ¡A gozarlos pues! Pero, ¡ay!, los que nos desgarran, esos no traen consigo sentido sino sinsentido, y entonces elevan la pregunta: ¿por qué?
Mala respuesta, y fácil, es apelar a ese improbable “destino”. ¿Y quién sería el “destinador”, quién nos robaría el guión de nuestras vidas atándonos a uno previamente escrito, y con tan dolientes capítulos? No, no puede ser ésta la respuesta. Tampoco lo es el azar, que nos lleva a peores callejones sin salida. La única posible es el misterio, el que subyace a todo lo que nos ocurre, también y especialmente a lo difícilmente encajable, a lo que nos duele hasta la exasperación. El misterio, sí, ámbito de luz y de sentido, donde ni el azar ni el determinismo tienen cabida, y sí un camino amparado por Alguien, donador y guardián de libertad.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Ojos

Rescatemos ojos, los de Juliette Binoche, los de Paul Newman, los de Ana Torrent, los de Montgomery Clift, los de Susan Sarandon, y construyamos con ellos un susurro de miradas, de saltos de vista, de pozos de visión. Que sean canicas de un juego maravilloso, pupilas rodantes que nos descubran rincones de excepción.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

La tristeza

La tristeza huye de las bambalinas, los escenarios, los púlpitos, y se refugia en los claros del bosque, donde, extraño musgo, busca el sol.

martes, 15 de diciembre de 2009

Desvelados

Sólo desvelados es posible el diálogo, la cópula, el amor. Si no nos mostramos vamos al inframundo, donde las arañas despliegan su tela sobre nuestros rostros.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Me urge

Me urge ser palabra en muchos momentos y entonces se agolpa en la boca y quiere salir, toda ufana, aunque después, en la pantalla, sea no más que viruta que se borra. Pero esa urgencia, ese agolpamiento, bulle con tanta felicidad, de saludo y de parto, que hábiles se quieren en seguida los dedos sobre el teclado para expulsar fuera lo que no aguanta un segundo más dentro.

lunes, 7 de diciembre de 2009

¡Chis!

¡Chis!, alejad vuestras voces, que descansen los ojos del hombre. Dura es su vigilia. Que sea más firme su noche.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Venid

Venid, mi regazo os espera, escondeos en él. Sobre vuestros lomos pasearán mis manos, felices de encontrar pieles tan mullidas, cuerpos tan cálidos.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Exacto

El adjetivo “exacto” que en varias ocasiones le sirve a José Miguel Ibáñez Langlois en su Libro de la Pasión para definir la, por decirlo así, posición de determinados actos y actores en la pasión de Jesús de Nazaret, su lugar medido y como ajustado a una planilla eterna que Dios tiene de su mano, me llevó enseguida a la reflexión que despliega Hans Urs von Balthasar en sus siete tomos de Gloria. Una estética teológica. Y es que la belleza, nos viene a decir el gran teólogo, es siempre una suma de justeza y reverberación, de forma y esplendor, de exactitud y resonancia, de número e infinitud, y esto lo rastrea él, genialmente, y en clave teológica, a través de la historia en la obra de distintos autores. Es un tema que me apasiona, y por eso pegaba un brinco feliz cada vez que Langlois hacía comparecer un “exacto” en su bello poemario, pues algo tiene que ver con ese universo de ideas que me es tan caro del gigante Balthasar.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Los amantes

Se buscan los amantes
como pajarillos fríos,
para darse contento
y entrar en amor.

Inflexiones en la voz para decir te amo, caída de párpados para decir te amo, temblor de labios para decir te amo, cosquilleo en la nariz para decir te amo, vuelo de pestañas para decir te amo, rojez en los lóbulos para decir te amo. El rostro, todos a una, para decírtelo, oh mi amor.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Así brotas

Tu sonrisa te manifiesta y nos dice quién eres. En torno a ella, todo el rostro se mancomuna, sobre todo tus ojos, que echan chispas. Y así brotas, tú mismo, franqueándote en ella, sello siempre abierto, que no se premedita y se lanza al ruedo instantáneo de la vida.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Lo blanco

La paloma callada, sólo lo blanco, el papel, ojalá mi alma también. La lava de palabras no llega sin embargo. ¡Oh, Dios mío, que un aluvión me cubra y encarrile mis manos por el sendero de la gratitud!

martes, 1 de diciembre de 2009

Los nombres

Estos días, en el trabajo, me ha tocado ver las actas de las promociones del bachillerato de finales de los sesenta del pasado siglo, y enseguida reparé en algo muy común en aquellos años: la uniformidad onomástica. Quien no se llamaba María se llamaba Carmen y quien no se llamaba Manuel se llamaba José, por abrumadora mayoría. Está claro que no existía el prurito de la diferenciación. Pasan los años, pasamos las actas, y venimos a tiempos más recientes, donde uno repara en lo contrario. No sólo se abre al abanico onomástico, sino que se buscan nombres que suenen a nuevo, a veces hasta extremos delirantes, de modo que uno pueda decir de su vastaguito “sólo el mío se llama así” o, cuando menos, “son muy pocos los que se llaman así”. ¿Se rastrea aquí el paso de una sociedad más o menos cerrada y muy sometida a un común rasero, a una sociedad abierta en donde el individuo busca afinarse como diferente?